Abceso de los MÚSCULOS PSOAS que usualmente es provocado por una enfermedad de las vertebras lumbares, con pus que desciende por la vaina muscular. La infección más común es la tuberculosa o la estafilocóccica.
Un poderoso flexor del muslo en la articulación de la cadera (psoas mayor) y un débil flexor del tronco y del segmento lumbar de la columna vertebral (psoas menor). El término psoas tiene su origen en el griego 'psoa' que en plural significa 'músculos del dorso'. Es un sitio común de infecciones en forma de abceso (ABSCESO DEL PSOAS). Los músculos psoas y sus fibras también se utilizan con frecuencia en experimentos sobre fisiológia muscular.
Acumulación de material purulento en los tejidos, órganos o espacios circunscritos, asociado usualmente con signos de infección.
Osteítis o caries de las vértebras, ocurren usualmente como complicación de la tuberculosis en los pulmones.
Colección circunscrita de exudado purulento en el cerebro, producida por bacterias u otras infecciones. La mayoría son causadas por diseminación de material infectado desde un foco de supuración en cualquier parte del cuerpo, principalmente los SENOS PARANASALES, OÍDO MEDIO), CORAZÓN (ver también ENDOCARDITIS BACTERIANA) y PULMÓN. Este estado también puede estar asociado con TRAUMA CRANEOCEREBRAL penetrante y PROCEDIMIENTOS NEUROQUIRÚRGICOS. Las manifestaciones clínicas incluyen CEFALEA, CONVULSIONES, déficits neurológicos focales y alteraciones de la conciencia (Traducción libre del original: Adams et al., Principles of Neurology, 6th ed, pp712-6).
Colecciones solitarias o múltiples de PUS dentro del hígado como resultado de infección por bacterias, protozoos u otros agentes.
Inflamación de un DISCO INTERVERTEBRAL o espacio discal lo que puede producir erosión del disco. Hasta hace poco, la discitis se definía como una inflamación no bacteriana y se atribuía a procesos asépticos (ejemplo, reacción química a una sustancia inyectada). Sin embargo, estudios recientes aportan evidencias de que la infección puede ser quizás la causa inicial, pero probablemente no sea el promotor, de la mayoría de los casos de discitis. La discitis se ha diagnosticado en pacientes después de una discografía, mielografía, punción lumbar, inyección paravertebral y anestesia obstétrica epidural. La discitis que sigue a la quimionucleolisis (especialmente con quimopapaína) se atribuye por algunos a la reacción química y por la introducción de microorganismos por otros.
Inflamación de las VERTEBRAS. Incluye afecciones tanto artríticas como no artríticas.
Un absceso situado en la cavidad abnominal, i.e., la cavidad corporal localizada entre el diafragma por arriba y la pelvis por debajo.
Porción de la pierna en humanos y otros animales que se encuentra entre la CADERA y la RODILLA
Colecciones solitarias o múltiples de PUS en la parénquima pulmonar como resultado de la infección por bacterias, protozoos, u otros agentes.
Infección de los ganglios linfáticos por la tuberculosis. La infección tuberculosa de los ganglios linfáticos cervicales es la escrófula.
Aneurisma debido al crecimiento de microrganismos en la pared arterial, o infección que surge dentro de un aneurisma arterioesclerótico pre-existente.
Un conjunto de doce huesos curvos que se conectan posteriormente a la columna vertebral, y que terminan, en su porción anterior, en los cartílagos costales. Juntos, forman una jaula protectora alrededor de los órganos torácicos internos.
Colecciones circunscritas de material de supuración que se producen en el ESPACIO EPIDURAL espinal o intracraneal. La mayoría de los abcesos epidurales ocurren en el canal espinal y están asociados con OSTEOMIELITIS de un cuerpo vertebral; ANALGESIA, EPIDURAL; y otras afecciones. Las manifestaciones clínicas incluyen dolor local y radicular, decaimiento, pérdida sensorial, INCONTINENCIA URINARIA, e INCONTINENCIA FECAL. Los abcesos craneales epidurales están usualmente asociados con OSTEOMIELITIS de un hueso craneal, SINUSITIS u OTITIS MEDIA.
Extracción de líquidos o descargas desde el cuerpo, como desde una herida, úlcera o cavidad.
Un hueso largo, estrecho y plano conocido comúnmente como el ESTERNÓN se produce en la sección media del segmento o el pecho región torácica anterior, lo que estabiliza la caja torácica y sirve como el punto de origen de varios músculos que mueven los brazos, la cabeza y el cuello.

Un absceso del psoas, también conocido como absceso retroperitoneal iliopsoas, es una acumulación de pus que ocurre en el músculo iliopsoas, que se encuentra en la región posterior del abdomen. Este tipo de absceso puede ser causado por diversas afecciones, como infecciones bacterianas que se diseminan desde los tejidos vecinos, como la vejiga, el intestino grueso o el hígado, o por la propagación de bacterias desde una fuente más distante, como endocarditis o pulmonía.

Los síntomas del absceso del psoas pueden incluir dolor abdominal o lumbar intenso y prolongado, fiebre, escalofríos, náuseas y vómitos. La presencia de un absceso del psoas puede llevar a complicaciones graves, como la sepsis o la diseminación de la infección a otras partes del cuerpo.

El diagnóstico de un absceso del psoas generalmente se realiza mediante estudios de imagenología avanzada, como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas. El tratamiento suele requerir la drenaje quirúrgico del absceso y la administración de antibióticos para tratar la infección subyacente. En algunos casos, se puede realizar un drenaje percutáneo con aguja guiada por imagenología en lugar de una cirugía abierta.

Es importante buscar atención médica inmediata si se sospecha la presencia de un absceso del psoas, ya que el retraso en el tratamiento puede llevar a complicaciones graves y potencialmente mortales.

Los músculos psoas, que consisten en el psoas mayor y el psoas menor, son músculos importantes del cuerpo ubicados en la parte anterior del tronco. El psoas mayor es uno de los músculos más potentes de la cadera y juega un papel vital en la flexión de la cadera y la rotación de la articulación de la cadera. Se origina en las vértebras torácicas (T12-L5) del área lumbar de la columna vertebral y se inserta en el trocánter mayor del fémur.

Por otro lado, el psoas menor es un músculo más pequeño que se encuentra profundamente debajo del psoas mayor. Se origina en las vértebras lumbares (L1-L5) y desciende para insertarse en la cara interior del ilíaco. El psoas menor ayuda en la flexión de la cadera y estabiliza la pelvis durante la postura erguida.

Ambos músculos psoas trabajan juntos para permitir el movimiento natural de la cadera y mantener una postura adecuada. La tensión o debilidad en estos músculos puede dar lugar a diversos problemas, como dolor de espalda baja, rigidez articular e incluso trastornos digestivos y respiratorios. Por lo tanto, es fundamental mantener la fuerza y flexibilidad adecuadas en los músculos psoas mediante ejercicios regulares y técnicas de estiramiento.

Un absceso es una acumulación de pus que se forma en respuesta a una infección bacteriana, por lo general como resultado de la multiplicación y diseminación de bacterias en el tejido. Se caracteriza por tener un centro necrótico rodeado de glóbulos blancos inflamatorios, especialmente neutrófilos, y una pared formada por tejido conectivo y epitelio.

Los abscesos pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en la piel y los tejidos blandos. Los síntomas pueden incluir enrojecimiento, hinchazón, dolor e inflamación localizados, fiebre y malestar general.

El tratamiento de un absceso suele requerir drenaje quirúrgico o mediante incisión y drenaje, seguido de antibióticos para tratar la infección subyacente. En algunos casos, el absceso puede resolverse por sí solo sin tratamiento médico si el sistema inmunológico del cuerpo es capaz de combatir la infección y drenar el pus. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el tratamiento médico es necesario para prevenir complicaciones y promover una recuperación más rápida.

La tuberculosis de la columna vertebral, también conocida como tuberculosis espinal o Pott's Disease, es una afección específica de la columna vertebral causada por la infección con el bacilo de Koch (Mycobacterium tuberculosis). La enfermedad generalmente se propaga a través del torrente sanguíneo desde otras partes del cuerpo, especialmente de los pulmones, donde es más común que se origine la tuberculosis.

La infección causa destrucción del tejido óseo de las vértebras adyacentes, lo que lleva a la formación de abscesos y posible desestabilización de la columna vertebral. Los síntomas pueden incluir dolor de espalda, rigidez, debilidad o entumecimiento en las piernas, pérdida de peso y fiebre. En casos graves, puede haber deformidades de la columna vertebral, como cifosis (joroba) o gibosidad.

El diagnóstico se realiza mediante pruebas de imagenología, como radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas, y análisis de muestras obtenidas mediante biopsia o punción lumbar. El tratamiento generalmente implica un largo curso (seis a nueve meses) de múltiples antibióticos antituberculosos. En casos severos, puede ser necesaria la cirugía para estabilizar la columna vertebral o drenar abscesos.

La prevención incluye el tratamiento oportuno y adecuado de cualquier caso de tuberculosis, así como la vacunación con la BCG (Bacillus Calmette-Guérin), que ofrece cierta protección contra la enfermedad grave.

Un absceso encefálico es una acumulación localizada de pus dentro del tejido cerebral, causada generalmente por la infección y multiplicación de bacterias u hongos en el cerebro. Esto puede ocurrir como resultado de una infección que se disemina desde otra parte del cuerpo o como consecuencia de una infección directa en el cerebro, por ejemplo, después de una lesión traumática o quirúrgica.

Los síntomas más comunes incluyen dolor de cabeza, fiebre, confusión, convulsiones, debilidad en un lado del cuerpo y trastornos visuales. El tratamiento generalmente implica antibióticos o antifúngicos para eliminar la infección, junto con procedimientos quirúrgicos para drenar el pus acumulado. Si no se trata a tiempo, un absceso encefálico puede causar daño cerebral severo e incluso la muerte.

Un absceso hepático es una acumulación de pus en el hígado, generalmente como resultado de una infección. Puede ser causado por bacterias, parásitos o incluso por la propagación de una infección desde otra parte del cuerpo. Los síntomas pueden incluir dolor abdominal, fiebre, escalofríos, náuseas y vómitos. El diagnóstico generalmente se realiza mediante análisis de sangre, ecografías o tomografías computarizadas. El tratamiento suele implicar antibióticos para combatir la infección y posiblemente drenaje quirúrgico del absceso. Es importante buscar atención médica si se sospecha un absceso hepático, ya que puede causar complicaciones graves si no se trata adecuadamente.

La discitis es una inflamación del disco intervertebral, las estructuras fibrocartilaginosas que se encuentran entre las vértebras en la columna vertebral. Normalmente, los discos intervertebrales no tienen un suministro de sangre significativo, lo que dificulta que las infecciones lleguen a este área. Sin embargo, ciertas condiciones pueden aumentar el riesgo de discitis, como procedimientos quirúrgicos espinales previos o infecciones bacterianas en la sangre (bacteriemia).

La causa más común de discitis es una infección bacteriana, especialmente por estafilococos y estreptococos. Estos gérmenes pueden alcanzar el disco intervertebral a través de la circulación sanguínea o directamente desde una cirugía espinal previa. Otras posibles causas menos comunes incluyen hongos, virus y condiciones inflamatorias no infecciosas.

Los síntomas de discitis pueden variar, pero a menudo incluyen dolor de espalda intenso y localizado, rigidez y dificultad para caminar o mantener una postura erguida. También pueden presentarse fiebre, escalofríos y sudoración excesiva en casos más graves. El diagnóstico de discitis generalmente se realiza mediante imágenes médicas, como radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas, junto con análisis de laboratorio y, en algunos casos, biopsia del disco intervertebral.

El tratamiento de discitis suele implicar antibióticos de amplio espectro para combatir la infección, posiblemente administrados por vía intravenosa durante varias semanas. El reposo en cama y el uso de un collar cervical o férula pueden ser necesarios para reducir el dolor y prevenir daños adicionales a la columna vertebral. En casos más graves, puede ser necesaria una cirugía para drenar el líquido infectado o estabilizar la columna vertebral. El pronóstico de discitis depende de la gravedad de la infección y del tratamiento temprano y adecuado.

La espondilitis es una afección inflamatoria que afecta predominantemente a la columna vertebral. Se caracteriza por la inflamación de los discos intervertebrales y los tejidos circundantes, lo que puede llevar a la fusión ósea y limitar el movimiento en las articulaciones afectadas. Existen varios tipos de espondilitis, siendo los más comunes la espondilitis anquilosante y la espondilitis reactiva. Los síntomas pueden incluir dolor y rigidez en la espalda baja, especialmente por las mañanas o después de períodos de inactividad; dificultad para mover el cuello, los hombros o la cadera; y, en casos graves, afecciones relacionadas como problemas pulmonares o cardíacos. El diagnóstico generalmente se realiza mediante pruebas de imagenología y análisis de sangre que buscan marcadores inflamatorios específicos. El tratamiento puede incluir medicamentos antiinflamatorios, fisioterapia y, en algunos casos, cirugía.

Un absceso abdominal es una acumulación de pus que se forma en el abdomen como resultado de una infección. Se produce cuando los tejidos se infectan y mueren, lo que atrae a las células blancas de la sangre (glóbulos blancos) para combatir la infección. Con el tiempo, estas células muertas y los fluidos corporales forman una masa enferma llena de pus.

Los abscesos abdominales pueden ocurrir en cualquier parte del abdomen y pueden variar en tamaño desde pequeños a grandes. Pueden ser superficiales, cerca de la pared abdominal, o profundos, dentro de los órganos abdominales o en el espacio entre ellos.

Los síntomas más comunes de un absceso abdominal incluyen dolor abdominal intenso y repentino, fiebre alta, náuseas, vómitos y pérdida de apetito. El tratamiento generalmente implica cirugía para drenar el absceso y antibióticos para tratar la infección subyacente. Si no se trata, un absceso abdominal puede ser una afección grave y potencialmente mortal.

El muslo es la parte superior y anterior del miembro inferior entre la cadera y la rodilla. En términos anatómicos, el muslo está formado por el hueso femur, los músculos que se insertan en él y los tejidos circundantes. Los músculos más importantes del muslo son:

1. Cuádriceps: Es un grupo de cuatro músculos (recto femoral, vasto lateral, vasto intermedio y vasto medial) que se encuentran en la parte anterior del muslo y se unen para formar el tendón rotuliano, que se inserta en la rótula. Este grupo de músculos es responsable de la extensión de la pierna.

2. Músculo sartorio: Es un músculo largo y delgado que se encuentra en la parte anterior e interna del muslo. Se encarga de flexionar, abducir y rotar lateralmente la cadera, así como flexionar la rodilla.

3. Músculos isquiotibiales: Son un grupo de tres músculos (bíceps femoral, semitendinoso y semimembranoso) que se encuentran en la parte posterior del muslo. Se encargan de flexionar la pierna en la articulación de la rodilla y extender la cadera.

4. Adductores: Son un grupo de músculos (gracilis, adductor largo, adductor breve, adductor mayor y pectíneo) que se encuentran en la parte interna del muslo. Se encargan de aducir la pierna, es decir, acercarla hacia el eje central del cuerpo.

El muslo también contiene vasos sanguíneos importantes, como la arteria femoral y sus ramas, y nervios, como el nervio femoral y el nervio safeno. La región del muslo está sujeta a diversas patologías, como roturas fibrilares, contracturas, tendinitis, bursitis, fracturas y luxaciones, entre otras.

Un absceso pulmonar es una acumulación de pus en el tejido pulmonar, generalmente como resultado de una infección bacteriana. Se forma cuando las glándulas blancas, conocidas como leucocitos, combaten la infección y causan inflamación en los alvéolos (los sacos de aire en los pulmones donde ocurre el intercambio de gases). Esta inflamación puede causar la formación de tejido necrótico (muerto) que se llena de líquido y células muertas, formando un absceso.

Los síntomas más comunes de un absceso pulmonar incluyen tos productiva con flema amarillenta o verdosa, fiebre, sudoración nocturna, dolor en el pecho, dificultad para respirar y pérdida de apetito y peso. El diagnóstico generalmente se realiza mediante una radiografía de tórax o una tomografía computarizada (TC) del tórax.

El tratamiento suele implicar la administración de antibióticos para tratar la infección subyacente, y en algunos casos, se puede requerir drenaje quirúrgico del absceso. La fisioterapia respiratoria también puede ser útil para ayudar a expandir los pulmones y eliminar las secreciones.

Los factores de riesgo para desarrollar un absceso pulmonar incluyen el tabaquismo, el consumo de alcohol en exceso, la enfermedad pulmonar crónica, la aspiración de contenido gástrico y la inmunosupresión.

La tuberculosis ganglionar se refiere a la afección causada por la infección del bacilo de Koch (Mycobacterium tuberculosis) en los ganglios linfáticos o nódulos linfáticos. Los ganglios linfáticos son pequeños órganos en forma de frijol que forman parte del sistema inmunitario y ayudan a combatir las infecciones.

En la tuberculosis ganglionar, los ganglios linfáticos se inflaman y engrosan como resultado directo de la diseminación de la tuberculosis desde un foco primario de infección, típicamente en los pulmones. Sin embargo, también puede ocurrir una infección primaria en los ganglios linfáticos, especialmente en aquellos que drenan áreas donde el bacilo de Koch ha penetrado la piel o las mucosas.

Los síntomas más comunes de la tuberculosis ganglionar incluyen dolor e hinchazón en los ganglios linfáticos, especialmente en el cuello, las axilas e ingles. Otras manifestaciones pueden incluir fiebre, sudoración nocturna, fatiga y pérdida de apetito o peso. El diagnóstico generalmente se realiza mediante pruebas de laboratorio, como un análisis de sangre para detectar anticuerpos contra el bacilo de Koch, o una biopsia del ganglio linfático afectado para examinar el tejido en busca de signos de tuberculosis. El tratamiento suele implicar la administración de múltiples antibióticos durante un período prolongado, típicamente seis meses o más.

Un aneurisma infectado, también conocido como micoaneurisma o aneurisma micótico, es una dilatación anormal y focal de la pared de un vaso sanguíneo que se produce como resultado de una infección bacteriana o fúngica. La infección causa inflamación y destrucción de las capas de la pared del vaso sanguíneo, lo que lleva a la formación de un aneurisma.

Los aneurismas infectados pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en las arterias grandes de la aorta y las arterias cerebrales. Los síntomas pueden variar dependiendo de la ubicación y el tamaño del aneurisma, pero pueden incluir fiebre, dolor, debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo, convulsiones, dolores de cabeza y problemas visuales.

El tratamiento de los aneurismas infectados generalmente implica la administración de antibióticos o antifúngicos para tratar la infección subyacente, así como la posible intervención quirúrgica para reparar o reemplazar el vaso sanguíneo dañado. La detección y el tratamiento tempranos son importantes para prevenir complicaciones graves, como la ruptura del aneurisma, que pueden ser potencialmente mortales.

Las costillas son huesos largos y curvos que forman la caja torácica y protegen los órganos internos vitales del tórax, como el corazón y los pulmones. Hay 24 costillas en total en un ser humano promedio: doce pares, cada uno conectado a las vértebras torácicas en la parte posterior y al esternón en la parte anterior a través de el cartílago costal.

Las primeras siete pares de costillas se conocen como costillas verdaderas y están conectadas directamente al esternón por medio del cartílago costal. Las costillas del octavo al décimo par son las costillas falsas, ya que sus extremos inferiores no se conectan directamente al esternón sino que se articulan con la parte inferior de las costillas verdaderas adyacentes.

Las últimas dos pares de costillas, los llamados costilla flotante o costillas accesorias, no se articulan con el esternón en absoluto y solo están conectadas a las vértebras torácicas. Las costillas desempeñan un papel importante en la respiración, ya que su expansión y contracción permiten que los pulmones se expandan y se contraigan para tomar aire.

En términos médicos, las condiciones asociadas con las costillas pueden incluir fracturas, es decir, roturas de huesos; la costocondritis, una inflamación del cartílago que conecta las costillas al esternón; y el síndrome de Tietze, una afección que involucra hinchazón e inflamación de los músculos y tejidos blandos alrededor de las articulaciones costocondrales.

Un absceso epidural es una complicación médica grave que involucra la formación de una acumulación de pus (un absceso) en el espacio epidural, que es el área entre la duramadre, la membrana más externa que rodea el cerebro y la médula espinal, y el hueso del cráneo o de la columna vertebral.

Este espacio contiene tejido graso, vasos sanguíneos y nervios raquídeos. Cuando se forma un absceso en este espacio, puede comprimir los nervios raquídeos y las estructuras vasculares circundantes, lo que puede causar dolor intenso, debilidad muscular, parálisis, pérdida de sensibilidad y, en casos graves, insuficiencia respiratoria o septicemia.

Los abscesos epidurales pueden ser causados por bacterias que ingresan al espacio epidural a través de una infección en la piel, los huesos o los tejidos blandos circundantes, o por la diseminación hematógena (por vía sanguínea) desde otra parte del cuerpo. Los factores de riesgo incluyen procedimientos quirúrgicos espinales recientes, infecciones sistémicas, uso de drogas intravenosas y trastornos del sistema inmunológico.

El tratamiento suele requerir cirugía para drenar el absceso y antibióticos para tratar la infección subyacente. El pronóstico depende de la gravedad de la infección, la ubicación del absceso y la rapidez con que se reciba el tratamiento. Si no se trata a tiempo, un absceso epidural puede causar daño permanente a los nervios raquídeos y otras estructuras circundantes, e incluso poner en peligro la vida del paciente.

En el contexto médico, el término "drenaje" se refiere al proceso de eliminar líquidos o materiales extraños acumulados en un cuerpo humano, como ser pus, sangre, fluido seroso o linfa, de una cavidad, órgano o tejido dañado o infectado. Esto se realiza generalmente mediante la colocación de un catéter o tubo de drenaje para facilitar la salida del líquido no deseado y promover la curación.

El objetivo principal del drenaje es prevenir la acumulación de líquidos, que de otro modo podrían causar inflamación, infección o daño adicional a los tejidos circundantes. Además, el análisis del líquido drenado puede proporcionar información valiosa sobre la naturaleza y el grado de la lesión o enfermedad subyacente, guiando así el plan de tratamiento apropiado.

Existen diferentes tipos de procedimientos de drenaje, como el drenaje quirúrgico, que implica la incisión quirúrgica para eliminar los líquidos acumulados; drenaje percutáneo, que involucra la inserción de agujas finas o catéteres para drenar líquidos de cavidades corporales; y drenaje de fistula, donde se crea una conexión artificial entre un órgano o tejido hueco y la superficie de la piel para permitir que el líquido drene espontáneamente.

El esternón, también conocido como el pecho o el hueso del pecho, es un hueso largo y plano en la línea media anterior del cuerpo humano. Se extiende desde el proceso xifoides en la parte inferior del esternón hasta el manubrio en la parte superior, donde se conecta con los clavículas y las costillas. El esternón proporciona un punto de unión para los músculos del torso y protege partes importantes de los órganos internos, como el corazón y los pulmones.

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