Dispositivos externos que tienen alambres o pines que se colocan a través de una o de ambas corticales de los huesos con el propósito de mantener la posición de una fractura en la alineación apropiada. Estos dispositivos permiten el rápido acceso a las heridas, ajustes durante el curso de la consolidación, y un uso más funcional de las extremidades afectadas.
Una técnica de fijación de hueso que emplea fijadores externos (FIJADORES EXTERNOS) para el alargamiento de miembros, corrección de pseudoartrosis y otras deformaciones, y para ayudar a la cicatricación de complejas fracturas patológicas o traumáticas e infecciones, como la osteomielitis crónica. El método fue inventado por el cirujano ortopédico ruso Gavriil Abramovich Ilizarov (1921-1992).
Alargamiento de hueso mediante distracción mecánica. Un dispositivo de fijación externa produce la distracción a través de la placa ósea. La técnica fue aplicada originalmente a los huesos largos, pero en años recientes ha sido adaptada para emplearse en la implantación mandibular en la cirugía maxilofacial.
Aumento de la dimensión más larga de un hueso para corregir deficiencias anatómicas, congénitas, traumáticas o derivadas de una enfermedad. El alargamiento no está restringido a los huesos largos. Los métodos quirúrgicos usuales son la fijación y la distracción internas.
Una fractura de tibia se refiere a la rotura o grietas en el hueso de la espinilla (tibia) que pueden variar en gravedad, desde una fisura menor hasta un completo desplazamiento del hueso.
Afección en la cual una de las piernas no alcanza igual longitud que la otra, lo que puede producirse como resultado de una lesión o de una intervención quirúrgica.
Uso de dispositivos metálicos dentro o a través del hueso para sostener una fractura en una posición y alineamiento adecuado mientras cicatriza.
Fracturas en las que hay una herida exterior que se comunica con la ruptura del hueso.
Bastones de hueso, metal, o de otro material utilizado para fijar los fragmentos o extremos de los huesos fracturados.
Restauración fisiológica del tejido y función óseos después de una fractura. Incluye la formación del CALLO OSEO y su reemplazo normal por tejido óseo.
'Enfermedades del Desarrollo Óseo' se refiere a un grupo diverso de trastornos que afectan el crecimiento y desarrollo normal de los huesos, resultando en anomalías estructurales o funcionales.
Corte quirúrgico de un hueso. (Dorland, 28a ed)
Segundo hueso más largo del esqueleto. Se localiza en la porción media de la extremidad inferior, se articula lateralmente con el PERONÉ o FÍBULA, distalmente con el ASTRÁLAGO, y proximalmente con el FÉMUR.
Hueso mayor y más largo del esqueleto, está situado entre la cadera y la rodilla.
Métodos de creación de máquinas y dispositivos.
Obras que contienen artículos de información sobre temas de cualquier campo del conocimiento, generalmente presentadas en orden alfabético, o una obra similar limitada a un campo o tema en especial.
TEJIDO CONJUNTIVO especializado que es el principal constituyente del ESQUELETO. El componente celular principal del hueso está formado por OSTEOBLASTOS, OSTEOCITOS y OSTEOCLASTOS, mientras que los COLÁGENOS FIBRILARES y los cristales de hidroxiapatita forman la MATRIZ ÓSEA.
Especialidad dental que se ocupa del diagnóstico y tratamiento quirúrgico de las enfermedades, lesiones, y defectos de la región oral y maxilofacial humana.
Renovación continua de la MATRIZ ÓSEA y mineral que implica: primero, un aumento de la RESORCIÓN ÓSEA (actividad osteoclástica) y después, FORMACIÓN DEL HUESO reactiva (actividad osteoblástica). El proceso de remodelación del hueso ocurre en el esqueleto adulto en focos discretos. El proceso garantiza la integridad mecánica del esqueleto a través de la vida y desempeña un rol importante en la HOMEOSTASIS del calcio. Un desbalance en la regulación de los dos eventos opuestos en la remodelación del hueso: reabsorción ósea y formación ósea, conduce a muchas de las enfermedades metabólicas de los huesos, tales como la OSTEOPOROSIS.
Cantidad de mineral por centímetro cuadrado de HUESO (esta es la definición usada en la práctica clínica). La densidad ósea real se expresaría en gramos por mililitro. Suele medirse mediante ABSORCIOMETRÍA DE RAYOS X o TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA DE RAYOS X. La densidad ósea es un importante factor predictivo de la OSTEOPOROSIS.
Pérdida ósea debido a la actividad osteoclástica.

Los fijadores externos, también conocidos como dispositivos de contención externa, son aparatos ortopédicos utilizados en traumatología y cirugía ortopédica para mantener alineadas y estabilizadas fracturas óseas y luxaciones articulares. Consisten en barras, varillas o tubos unidos a una estructura rígida que se sujeta al cuerpo mediante diferentes tipos de fijación, como tornillos, clavijas, bandas elásticas o correas.

Existen diversos tipos de fijadores externos, entre los que se incluyen:

1. Fijador de Ilizarov: Inventado por el cirujano ruso Gavriil Abramovich Ilizarov en la década de 1950, este fijador consiste en anillos metálicos unidos por varillas transversales y longitudinales. Los anillos se colocan alrededor de la extremidad afectada y se sujetan mediante alambres que atraviesan el hueso y los tejidos blandos. Este tipo de fijador permite realizar correcciones graduales de deformidades óseas y articulares, así como alargamientos controlados de huesos cortos o ausentes.

2. Fijador de Taylor Spatial Frame: Es un sistema de fijación externa computerizado que permite corregir deformidades complejas del miembro inferior, como las producidas por secuelas de poliomielitis, enfermedades congénitas o accidentes graves. El marco está formado por seis varillas unidas a dos anillos alfa y dos anillos beta, que se ajustan mediante tornillos para conseguir la corrección deseada. La planificación y seguimiento del tratamiento se realiza con software específico que calcula los movimientos necesarios en cada fase del proceso.

3. Fijador de monotubo de Wagner: Consiste en un tubo metálico hueco que se une a dos varillas unidas a placas de acero colocadas sobre el hueso. Se utiliza principalmente para tratar fracturas complejas o infectadas del miembro inferior, ya que permite estabilizar la extremidad y facilitar el drenaje de posibles infecciones.

4. Fijador de Orthofix: Es un sistema modular de fijación externa que consta de varillas unidas a placas metálicas colocadas sobre el hueso. Se utiliza principalmente para tratar fracturas complejas o infectadas del miembro superior e inferior, así como para corregir deformidades óseas y articulares.

Los fijadores externos ofrecen varias ventajas sobre los métodos tradicionales de tratamiento de fracturas y deformidades óseas:

- Permiten mantener la alineación y estabilidad del hueso durante el proceso de curación, incluso en casos de fracturas abiertas o infectadas.
- Facilitan el acceso a la zona afectada para realizar procedimientos quirúrgicos adicionales, como el lavado y drenaje de infecciones.
- Permiten corregir gradualmente las deformidades óseas mediante la adaptación del fijador externo, lo que reduce la necesidad de cirugías adicionales.
- Son una alternativa a los injertos óseos en casos de pérdida de sustancia ósea importante.

Sin embargo, también presentan algunas desventajas:

- Pueden ser incómodos y limitar la movilidad del paciente durante el período de tratamiento.
- Existe un riesgo de infección en la piel y los tejidos circundantes debido al contacto directo con el fijador externo.
- Requieren un seguimiento regular por parte del equipo médico para asegurar una correcta adaptación y evitar complicaciones.

En conclusión, los fijadores externos son una herramienta útil en el tratamiento de fracturas complejas, infecciones óseas y deformidades óseas. Aunque presentan algunas desventajas, su capacidad para adaptarse y corregir gradualmente las deformidades óseas los convierte en una alternativa atractiva a los injertos óseos y otras técnicas quirúrgicas más invasivas.

La técnica de Ilizarov es un método de cirugía ortopédica utilizado para el alargamiento y reconstrucción ósea. Fue desarrollada por el Dr. Gavriil Abramovich Ilizarov en Rusia a fines de la década de 1950.

La técnica implica la aplicación de un marco circular externo a la extremidad afectada, que está compuesto por varillas metálicas unidas por tornillos y pernos. A través de pequeñas incisiones, los alambres se insertan en el hueso y se conectan al marco.

Una vez aplicado el marco, se puede realizar un corte controlado en el hueso (osteotomía) mientras el paciente lleva el marco. La separación gradual de los extremos del hueso se logra mediante la rotación diaria de tornillos especiales en el marco, lo que resulta en la formación de nuevo tejido óseo (consolidación) entre los extremos del hueso.

Este proceso se conoce como distracción osteogénesis y permite alargar gradualmente el hueso y mejorar su forma, longitud y alineación. La técnica también puede utilizarse para corregir deformidades óseas y articulares complejas, así como para tratar lesiones y enfermedades óseas graves.

La técnica de Ilizarov ha demostrado ser una opción efectiva en el tratamiento de diversas afecciones ortopédicas, incluidos los defectos óseos congénitos o adquiridos, las fracturas complicadas, la artrosis y la reconstrucción pos-traumática. Sin embargo, requiere un período prolongado de hospitalización y un cuidadoso seguimiento clínico y radiológico para garantizar una correcta consolidación ósea y evitar complicaciones.

La osteogénesis por distracción es un procedimiento quirúrgico utilizado en la cirugía ortopédica y maxilofacial para alargar huesos o mejorar su forma. Consiste en cortar cuidadosamente el hueso y luego colocar gradualmente tensión sobre los extremos del hueso, lo que estimula el crecimiento óseo nuevo.

Este proceso se realiza mediante la instalación de un dispositivo especial, llamado distractor, que consta de dos partes: una fija y otra móvil. La parte móvil se mueve lentamente cada día para crear tensión entre los extremos del hueso. Esta tensión induce la formación de tejido óseo nuevo en el espacio resultante entre los extremos del hueso, un proceso llamado distracción osteogénesis.

La osteogénesis por distracción se utiliza a menudo para tratar una variedad de condiciones ortopédicas y maxilofaciales, como la enanismo, las fracturas complejas, las deformidades congénitas o adquiridas del esqueleto y los defectos óseos grandes. También se ha utilizado en cirugía reconstructiva para reconstruir huesos faciales dañados o perdidos debido a traumatismos, cáncer u otras enfermedades.

El proceso de distracción osteogénesis generalmente se lleva a cabo en dos etapas: la primera es la fase quirúrgica, en la que se coloca el dispositivo y se realiza el corte óseo; y la segunda es la fase de distracción, en la que se aplica gradualmente la tensión al hueso para inducir el crecimiento óseo nuevo. La velocidad y duración de la fase de distracción varían según el paciente y la ubicación del hueso, pero generalmente se realiza durante un período de varias semanas a meses.

Después de la fase de distracción, el dispositivo se retira quirúrgicamente y se permite que el nuevo hueso se consolide y madure durante un período adicional de tiempo. Durante este tiempo, se pueden realizar fisioterapia o terapia ocupacional para ayudar al paciente a adaptarse a su nueva estructura ósea y mejorar su función y movilidad.

Aunque la distracción osteogénesis es una técnica efectiva para tratar una variedad de condiciones ortopédicas y maxilofaciales, también conlleva algunos riesgos y complicaciones potenciales. Estos pueden incluir infecciones, daño nervioso o vascular, fracturas óseas, dolor, hinchazón y moretones. Además, el proceso de distracción osteogénesis puede ser largo y doloroso, y requiere un compromiso a largo plazo del paciente y su familia para seguir las instrucciones postoperatorias y asistir a todas las citas de seguimiento.

En general, la distracción osteogénesis es una técnica efectiva y segura para tratar una variedad de condiciones ortopédicas y maxilofaciales en niños y adultos. Si está considerando este procedimiento, hable con su médico sobre los beneficios y riesgos potenciales y asegúrese de seguir todas las instrucciones postoperatorias cuidadosamente para garantizar una recuperación exitosa.

El alargamiento óseo es un procedimiento quirúrgico que se realiza para aumentar la longitud de un hueso. Esto puede ser necesario en algunas situaciones clínicas, como por ejemplo en el caso de personas con miembros cortos a causa de una enfermedad congénita o traumática.

Existen diferentes técnicas para realizar este procedimiento, pero la más común consiste en cortar el hueso en dos partes y luego separarlas gradualmente durante un período de tiempo, lo que permite que el cuerpo produzca nuevo tejido óseo en la brecha. Durante este proceso, se utiliza una fijación externa para mantener las dos partes del hueso en la posición correcta y asegurar una correcta alineación.

El proceso de alargamiento óseo puede ser doloroso y requiere un período de rehabilitación prolongado, pero puede mejorar significativamente la calidad de vida de algunas personas con miembros cortos. Es importante que este procedimiento sea realizado por un cirujano ortopédico experimentado y que se sigan todas las instrucciones y recomendaciones médicas durante el proceso de recuperación.

Una fractura de la tibia se refiere a un rompimiento o craqueo en el hueso de la espinilla, conocido como la tibia. Este tipo de fractura es relativamente común y puede ocurrir en cualquier parte a lo largo de la longitud del hueso. Las fracturas de la tibia pueden variar en gravedad, desde una pequeña grieta hasta un completo desplazamiento o aplastamiento del hueso.

Las causas más comunes de las fracturas de la tibia incluyen traumatismos directos, como los producidos por accidentes automovilísticos o caídas desde gran altura, y traumatismos indirectos, como los que resultan de un golpe fuerte en una posición flexionada de la rodilla. También pueden ser causadas por estrés repetitivo, especialmente en aquellos que participan en actividades deportivas de alto impacto, lo que lleva a fracturas por estrés.

Los síntomas de una fractura de la tibia suelen incluir dolor intenso e inmediato en la pierna, moretones, hinchazón y hematomas, incapacidad para caminar o soportar peso en la pierna afectada, deformidad visible en la pierna y, en algunos casos, un agudo dolor al tacto directo sobre el área fracturada.

El tratamiento de una fractura de la tibia dependerá de la gravedad y la ubicación de la fractura. Puede incluir inmovilización con yeso o férula, cirugía para colocar placas y tornillos en el hueso roto, o incluso la instalación de un clavo intramedular para mantener el hueso alineado correctamente mientras se cura. Después del tratamiento, la rehabilitación y fisioterapia serán esenciales para ayudar a restaurar la fuerza, el rango de movimiento y la función normal de la pierna afectada.

La diferencia de longitud de las piernas (DLP) se refiere a la variación en la longitud entre las extremidades inferiores de un individuo. Esta asimetría puede ser congénita o adquirida, y generalmente se mide como la discrepancia en la longitud desde la cresta ilíaca hasta el suelo (medida conocida como longitud de la pierna órtesis) o desde la parte superior del fémur hasta el suelo (medida llamada longitud de la extremidad inferior).

Las diferencias en la longitud de las piernas mayores a 2 cm pueden causar desalineaciones posturales y problemas biomecánicos, lo que podría conducir a dolor de espalda, cadera o rodilla. La DLP también se asocia con un mayor riesgo de padecer osteoartritis en las articulaciones load-bearing (articulaciones que soportan el peso del cuerpo).

El tratamiento para la diferencia de longitud de las piernas depende de su causa y gravedad. En casos leves, el uso de plantillas ortopédicas o zapatos especiales puede ayudar a equilibrar la carga en ambas extremidades inferiores. Sin embargo, en casos más severos, se pueden considerar opciones quirúrgicas como la epifisiodesis (un procedimiento que restringe el crecimiento selectivo de los huesos) o la cirugía correctiva del miembro inferior.

La fijación de fracturas es un procedimiento quirúrgico ortopédico en el que se utilizan diferentes métodos y dispositivos para mantener los extremos de un hueso roto (fracturado) en su alineación correcta mientras sana. Esto ayuda a garantizar una curación adecuada y reduce el riesgo de complicaciones como la mala alineación o la curvatura anormal del hueso (deformidad).

Hay varios métodos de fijación de fracturas, incluyendo:

1. Clavos intramedulars: Se introducen por el centro del hueso a través de una pequeña incisión. Son especialmente útiles en fracturas largas de huesos como el fémur (hueso del muslo) y el húmero (hueso del brazo).

2. Placas y tornillos: Se utilizan cuando se necesita una fijación más estable, especialmente en fracturas complejas o inestables. Se colocan a través de incisiones más grandes y se sujetan al hueso con tornillos.

3. Fijadores externos: Consisten en varillas que se insertan a través de la piel y se fijan al hueso roto. Luego, se unen a una estructura externa para mantener el hueso en su lugar. Se utilizan a menudo cuando hay tejido blando dañado que necesita tiempo para sanar antes de que se pueda realizar una fijación interna.

4. Yesos y férulas: Aunque no son dispositivos quirúrgicos, los yesos y las férulas también pueden usarse para estabilizar fracturas simples y mantener la alineación correcta durante el proceso de curación.

La elección del método de fijación depende del tipo y la localización de la fractura, así como de otros factores como la edad y la salud general del paciente. El objetivo final de la fijación de fracturas es restaurar la integridad estructural del hueso y permitir que vuelva a su función normal lo antes posible.

Las fracturas abiertas, también conocidas como fracturas compuestas, son un tipo de fractura ósea en la que el hueso roto sobresale a través de la piel o la piel se ha roto por encima de la línea de la fractura. Esto crea una vía directa para que las bacterias entren en el tejido blando y el sistema circulatorio, lo que aumenta el riesgo de infección.

Las fracturas abiertas se clasifican según su grado de gravedad, dependiendo del tamaño de la herida y de la cantidad de tejido dañado. Un sistema común de clasificación es el de Gustilo-Anderson:

1. Grado I: La piel está intacta o se ha producido una pequeña abrasión menor de 1 cm. El músculo y los tejidos blandos adyacentes no están dañados gravemente.
2. Grado II: Hay una herida abierta mayor a 1 cm, pero el músculo adyacente está contusionado o parcialmente desgarrado.
3. Grado III: Hay una herida extensa con tejido blando severamente dañado y exposición del hueso. Se subdivide en tres categorías:
- Grado IIIA: El músculo está dañado pero se mantiene vascularizado.
- Grado IIIB: Hay pérdida de tejido muscular masiva y/o contaminación grave, lo que puede requerir injertos de piel u otros procedimientos reconstructivos.
- Grado IIIC: Se añade a cualquiera de los grados anteriores cuando hay una lesión arterial que requiere reparación quirúrgica.

El tratamiento de las fracturas abiertas generalmente implica la estabilización del hueso roto, la limpieza exhaustiva de la herida y la prevención de infecciones. Puede ser necesario un procedimiento quirúrgico para reparar los tejidos dañados y promover una correcta curación. La antibioterapia profiláctica también se administra con frecuencia para reducir el riesgo de infección. El pronóstico depende de la gravedad de la lesión, la ubicación de la fractura y la rapidez del tratamiento.

Los clavos ortopédicos son un tipo de implante utilizado en cirugía ortopédica para estabilizar fracturas óseas. Se trata de varillas delgadas y largas, generalmente hechas de acero inoxidable o titanio, que se introducen a través de la piel y los tejidos blandos hasta alcanzar el hueso roto. Una vez dentro del hueso, los clavos ortopédicos se utilizan para mantener los fragmentos óseos juntos mientras sanan.

Existen diferentes tipos de clavos ortopédicos, como por ejemplo:

* Clavos intramedularres: son los más comunes y se introducen a través del centro del hueso roto. Una vez dentro, se fijan al hueso con tornillos o espigas para mantenerlos en su lugar.
* Clavos externos: se utilizan cuando no es posible insertar el clavo intramedularmente, ya sea porque el hueso está demasiado dañado o porque la fractura es muy compleja. Los clavos externos se colocan en el exterior del cuerpo y se unen al hueso con tornillos o placas.
* Clavos canulados: son una variante de los clavos intramedularres que tienen un orificio central a través del cual se puede pasar un alambre para ayudar a mantener el hueso en su lugar.

La elección del tipo de clavo ortopédico dependerá del tipo y localización de la fractura, así como de las condiciones generales del paciente. La colocación de los clavos ortopédicos requiere una intervención quirúrgica, que se realiza bajo anestesia general o regional. Después de la cirugía, es necesario un periodo de reposo y rehabilitación para permitir que el hueso sane correctamente.

La curación de fracturas, también conocida como osteosíntesis, se refiere al proceso médico en el que los huesos rotos o fracturados son reparados y vuelven a unirse. Este procedimiento puede implicar varios métodos, incluyendo el uso de férulas, yesos, tablillas, clavijas, alambres o placas metálicas para mantener los fragmentos de hueso en su posición correcta mientras sanan.

La curación natural de una fractura implica cuatro etapas principales: la formación de un coágulo sanguíneo alrededor de la zona fracturada, la creación de callo óseo blando (tejido conectivo) que une los extremos rotos, la transformación del callo blando en callo duro (tejido cartilaginoso), y finalmente, el proceso de remodelación en el que el hueso vuelve a adquirir su forma y fuerza originales.

El tiempo necesario para que una fractura se cure completamente varía dependiendo de la gravedad de la lesión, la localización de la fractura, la edad y el estado de salud general del paciente. Durante este proceso, es fundamental evitar cualquier actividad que pueda causar más daño o interferir con la curación adecuada. La fisioterapia y los ejercicios específicos pueden ser recomendados una vez que el médico determine que el hueso está lo suficientemente fuerte para soportar cierto grado de estrés.

Las Enfermedades del Desarrollo Óseo (EDO) son un grupo de trastornos que afectan el crecimiento y desarrollo normal de los huesos. Estas condiciones pueden ser presentes desde el nacimiento o adquirirse más tarde en la vida, y pueden ser causadas por una variedad de factores, incluyendo genéticos, hormonales, nutricionales y ambientales.

Las EDO se caracterizan por anomalías en la forma, tamaño, densidad y fuerza de los huesos. Pueden afectar a uno o más huesos y pueden causar una variedad de síntomas, dependiendo de la gravedad y la ubicación de la afección. Algunos de los síntomas más comunes incluyen dolor óseo, deformidades esqueléticas, crecimiento anormal, fracturas espontáneas o repetidas, y discapacidad física.

Algunos ejemplos de EDO incluyen la enfermedad de Paget del hueso, la osteogénesis imperfecta, la displasia fibrosa poliestóptica, el síndrome de Marfan, y el síndrome de Hurler. El tratamiento de estas condiciones depende del tipo y la gravedad de la afección, pero puede incluir medicamentos, terapia física, cirugía ortopédica y cambios en el estilo de vida.

La osteotomía es un procedimiento quirúrgico ortopédico en el que se corta o se secciona un hueso en un punto específico. Esto se realiza con el objetivo de corregir deformidades óseas o alteraciones del alineamiento, como las producidas por artrosis, displasia de cadera o rodilla vara. Después de la osteotomía, el hueso se fija en la nueva posición deseada utilizando diferentes técnicas, como placas, clavos o tornillos, hasta que cicatriza y se solidifica (un proceso conocido como consolidadción). La osteotomía puede realizarse en diversas partes del esqueleto, dependiendo de la afección que se esté tratando.

La tibia, en términos médicos, se refiere al hueso largo de la pierna que se encuentra justo debajo del fémur y por encima del tobillo. Es el segundo hueso más largo del cuerpo humano y es parte del sistema musculoesquelético inferior. La tibia se articula con el fémur en la rodilla y con el peroné, otro hueso de la pierna, a través de un ligamento interóseo. También forma parte de la articulación del tobillo, donde se une al talus.

La tibia es un hueso con una forma prismática triangular y presenta tres superficies: anterior, lateral y posterior. La superficie anterior, también conocida como cara anterior o frente de la tibia, es lisa y convexa, mientras que las superficies lateral y posterior son rugosas y articulares.

La tibia es un hueso importante en el apoyo del peso corporal y en la movilidad de la pierna, ya que forma parte de varias articulaciones importantes y sirve como punto de inserción para músculos cruciales de la pierna.

En resumen, la tibia es un hueso largo ubicado en la pierna que desempeña un papel fundamental en el soporte del peso corporal y en la movilidad de la extremidad inferior.

El fémur es el hueso más largo y fuerte del cuerpo humano, que forma parte del miembro inferior o extremidad inferior. Se articula con la pelvis en su extremo superior (formando la cadera) y con la rodilla en su extremo inferior. El fémur presenta una cabeza femoral, un cuello, un cuerpo o diáfisis y dos extremos o epífisis: la epífisis superior o próximal y la epífisis inferior o distal. La cabeza femoral se articula con el acetábulo de la pelvis a través del ligamento redondo, mientras que las epífisis se unen a los huesos de la pierna (la tibia y el peroné) mediante las articulaciones de la rodilla. El fémur desempeña un papel crucial en la movilidad y soporte del cuerpo, ya que participa en movimientos como la flexión, extensión, rotación interna y externa e inclinación lateral de la pierna.

En términos médicos, el fémur se describe como un hueso largo, compuesto principalmente de tejido óseo denso y resistente, con una estructura interior esponjosa que contiene médula ósea roja (en la diáfisis) y amarilla (en las epífisis). El fémur también presenta varias líneas de crecimiento, márgenes y superficies distintas que permiten su identificación y descripción anatómica precisa. Además, el fémur está sujeto a diversas enfermedades y trastornos ortopédicos, como fracturas, luxaciones, displasia de cadera, osteoartritis, osteoporosis y cáncer óseo, entre otros.

En realidad, "Diseño de Equipo" no es un término médico específico. Sin embargo, en el contexto más amplio de la ingeniería biomédica y la ergonomía, el diseño de equipos se refiere al proceso de crear dispositivos, sistemas o entornos que puedan ser utilizados de manera segura y eficaz por personas en diversas poblaciones, teniendo en cuenta una variedad de factores, como la antropometría, la fisiología y las capacidades cognitivas.

El objetivo del diseño de equipos es garantizar que los productos sean accesibles, cómodos y seguros para su uso por parte de una amplia gama de usuarios, incluidas aquellas personas con diferentes habilidades, tamaños y necesidades. Esto puede implicar la selección de materiales adecuados, la definición de formas ergonómicas, la incorporación de características de accesibilidad y la evaluación del rendimiento y la seguridad del equipo en diferentes situaciones de uso.

En resumen, el diseño de equipos es un proceso interdisciplinario que involucra la colaboración entre profesionales de diversas áreas, como la medicina, la ingeniería, la psicología y la antropometría, con el fin de crear productos que mejoren la calidad de vida de las personas y reduzcan el riesgo de lesiones y enfermedades relacionadas con el uso de equipos.

No existe una definición médica específica para "Enciclopedias como Asunto" ya que esta frase parece ser una expresión coloquial o un título en lugar de un término médico. Sin embargo, si nos referimos al término "enciclopedia" desde un punto de vista educativo o del conocimiento, podríamos decir que se trata de una obra de consulta que contiene información sistemática sobre diversas áreas del conocimiento, organizadas alfabética o temáticamente.

Si "Enciclopedias como Asunto" se refiere a un asunto médico en particular, podría interpretarse como el estudio o la investigación de diferentes aspectos relacionados con las enciclopedias médicas, como su historia, desarrollo, contenido, estructura, impacto en la práctica clínica y la educación médica, entre otros.

Sin un contexto más específico, es difícil proporcionar una definición médica precisa de "Enciclopedias como Asunto".

Los huesos son estructuras rígidas, resistentes y porosas que forman el esqueleto del cuerpo humano. Están compuestos principalmente de tejido conectivo duro llamado tejido óseo. Los huesos tienen varias funciones importantes, incluyendo el apoyo estructural, la protección de órganos vitales, la facilitación del movimiento al servir como punto de unión para los músculos y tendones, y la producción de células sanguíneas en la médula ósea.

El tejido óseo está compuesto por una matriz mineral inorgánica rica en calcio y fosfato, que le da a los huesos su rigidez y resistencia, así como por fibras de colágeno orgánicas, que proporcionan flexibilidad y elástico. Los huesos también contienen células vivas llamadas osteoblastos, osteoclastos y osteocitos, que participan en la remodelación continua del tejido óseo a medida que el cuerpo crece y se repara después de lesiones.

Hay 206 huesos en el esqueleto humano adulto, divididos en dos categorías principales: huesos largos, cortos, planos y curvados. Los huesos largos, como los femures y los tibias, son más largos que anchos y tienen un eje central largo. Los huesos cortos, como los huesos del carpo y el tarso, son relativamente pequeños y de forma cúbica o esférica. Los huesos planos, como las costillas y el cráneo, son delgados y anchos, y proporcionan protección a órganos vitales como los pulmones y el cerebro. Finalmente, los huesos curvados, como la columna vertebral y el esternón, tienen una forma curva que les permite soportar cargas pesadas y proporcionar flexibilidad al cuerpo.

La cirugía bucal es una rama especializada de la odontología que se enfoca en el diagnóstico, tratamiento y prevención de diversas afecciones y enfermedades que requieren procedimientos quirúrgicos en la cavidad oral, los maxilares y las estructuras faciales adyacentes.

Un cirujano bucal está capacitado para realizar una variedad de procedimientos, como:

1. Extracciones dentales complejas, incluyendo muelas del juicio impactadas o dañadas.
2. Colocación de implantes dentales para reemplazar dientes perdidos.
3. Cirugía periodontal para tratar enfermedades de las encías avanzadas.
4. Reconstrucción ósea y aumento del seno maxilar previo a la colocación de implantes dentales.
5. Tratamiento de lesiones orales, tumores benignos o malignos y otras patologías de los tejidos blandos y duros de la boca.
6. Cirugía ortognática para corregir problemas de mordida y alineación dental.
7. Cirugía estética facial, como lifting de cejas, rejuvenecimiento facial o blefaroplastia.

Para convertirse en cirujano bucal, se requiere completar una residencia especializada de cuatro a seis años después de la escuela dental, donde los profesionales adquieren los conocimientos y habilidades necesarios para llevar a cabo estos procedimientos complejos. La certificación adicional por parte de la junta médica o dental puede ser buscada por algunos cirujanos bucales para demostrar su competencia y experiencia en el campo.

La remodelación ósea es un proceso fisiológico continuo en el que el tejido óseo vivo se renueva y mantiene a través del equilibrio entre la formación y reabsorción ósea. Está mediada por dos tipos de células: los osteoblastos, responsables de la formación de nuevo hueso, y los osteoclastos, que descomponen y reabsorben el tejido óseo existente.

Este proceso ayuda a mantener la integridad estructural del esqueleto, adaptándose a las demandas mecánicas y hormonales cambiantes en el cuerpo. La remodelación ósea también desempeña un papel importante en la homeostasis mineral al regular los niveles de calcio y fósforo en la sangre.

La desregulación de este proceso puede conducir a trastornos del metabolismo óseo, como la osteoporosis, donde prevalece un exceso de reabsorción ósea sobre la formación, resultando en huesos más frágiles y susceptibles a fracturas. Por otro lado, enfermedades como la hiperparatiroidismo pueden provocar un aumento excesivo en la formación ósea, lo que lleva a complicaciones como cálculos renales y huesos debilitados.

La densidad ósea se refiere a la cantidad de tejido mineralmente denso por unidad de volumen en los huesos. Es un parámetro objetivo que se utiliza comúnmente para ayudar a diagnosticar y monitorear la osteoporosis, una enfermedad caracterizada por huesos débiles y frágiles debido a la pérdida de tejido óseo. La densidad ósea se mide más comúnmente en la columna vertebral, cadera y muñeca utilizando técnicas especializadas como absorciometría dual de energía X-ray (DXA). Un resultado bajo en la densidad ósea indica un mayor riesgo de fracturas óseas.

La resorción ósea, también conocida como reabsorción ósea, es un proceso fisiológico en el que las células especializadas llamadas osteoclastos descomponen y eliminan el tejido óseo existente. Este proceso es fundamental para mantener la salud del hueso, ya que ayuda a remodelar y dar forma al esqueleto, adaptándose a las demandas mecánicas y metabólicas cambiantes del cuerpo.

Sin embargo, un desequilibrio entre la formación y resorción ósea puede llevar a diversas condiciones patológicas, como la osteoporosis, en la que predominan los procesos de resorción sobre la formación, resultando en huesos cada vez más frágiles y susceptibles a fracturas. Por lo tanto, comprender el proceso de resorción ósea es crucial para el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades óseas.

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