La hemiatrofia facial es un trastorno poco frecuente en el que se produce una disminución progresiva del tamaño y la circunferencia de los tejidos blandos de un lado del rostro. Esta afección puede involucrar la piel, el músculo, el hueso facial o una combinación de estos. La hemiatrofia facial puede ser congénita (presente desde el nacimiento) o adquirida (desarrollada más tarde en la vida).
La forma congénita de esta afección se denomina hemifaciaire primaria y generalmente afecta solo un lado del rostro. Por otro lado, las hemiatrofias faciales adquiridas pueden ser el resultado de una lesión, un accidente cerebrovascular, una infección o una enfermedad autoinmune. Algunos ejemplos de causas adquiridas incluyen la esclerosis múltiple, el lupus eritematoso sistémico y la enfermedad de Parry-Romberg.
Los síntomas de la hemiatrofia facial pueden variar dependiendo del grado y la ubicación de la afección. Los signos más comunes incluyen asimetría facial, pérdida de cabello en el área afectada, cambios en la textura y el grosor de la piel, y debilidad o atrofia muscular. En algunos casos, también pueden observarse anomalías dentales y óseas.
El tratamiento para la hemiatrofia facial depende de la causa subyacente y puede incluir terapias de rehabilitación, medicamentos para controlar los procesos inflamatorios o inmunológicos y cirugía reconstructiva para corregir los defectos estéticos. Aunque el pronóstico varía según la gravedad de la afección y la eficacia del tratamiento, en general, la hemiatrofia facial no es una condición potencialmente letal y su impacto principal radica en el aspecto físico y la calidad de vida de los pacientes.