Fracturas del maxilar superior.
Espacio de aire situado en el cuerpo del HUESO MAXILAR cerca de cada mejilla. Cada seno maxilar se comunica con el conducto medio (meato) de la CAVIDAD NASAL en el mismo lado.
Roturas de huesos.
Restauración fisiológica del tejido y función óseos después de una fractura. Incluye la formación del CALLO OSEO y su reemplazo normal por tejido óseo.
Fracturas de la CABEZA DEL FÉMUR, el CUELLO DEL FÉMUR (FRACTURAS DEL CUELLO FEMORAL), los trocánteres o la región inter o subtrocantérea. Excluye las fracturas del acetábulo y las del hueso femoral por debajo de la región subtrocantérea (FRACTURAS DEL FÉMUR).
Fracturas del fémur.
Ruptura de huesos en la columna vertebral.
Cualquiera del par de huesos de forma irregular que forman la mandíbula superior. El hueso maxilar proporciona los alveolos dentales para la fijación de la dentadura superior, forma parte de la ÓRBITA, y contiene el SENO MAXILAR.
Inflamación de la MUCOSA NASAL en el SENO MAXILAR. En muchos casos, es causada por una infección por las bacterias HAEMOPHILUS INFLUENZAE.
Uso de dispositivos internos (placas metálicas, clavos, vástagos, etc.) para sostener la posición de una fractura en la alineación adecuada.
Una fractura en que el hueso o una parte de él quedan reducidos a fragmentos o esquirlas. (Dorland, 28a ed)
Uso de dispositivos metálicos dentro o a través del hueso para sostener una fractura en una posición y alineamiento adecuado mientras cicatriza.
Roturas en los huesos resultado de la baja masa ósea y del deterioro de la microarquitectura, característico de la OSTEOPOROSIS.
Una fractura del radio se refiere a la ruptura o rotura en uno o ambos huesos de la antebrazo, el radio, que puede ocurrir en diferentes lugares como el cuello, cuerpo, muñeca y extremo distal.
Tumores o cánceres del SENO MAXILAR. Ellos representan la mayoría de las neoplasias paranasales.
Una fractura que se produce como resultado de la enfermedad de un hueso o por alguna causa que no puede descubrirse y que no se debe a un traumatismo. (Dorland, 28a ed)
División sensitiva intermedia del nervio trigémino (5to par craneal). El nervio maxilar transporta los aferentes generales desde la región intermedia de la cara, esto incluye el párpado inferior, la nariz y el labio superior, los dientes y porciones alveolares.
Fracturas producidas por la tensión ocasionada por ejercicios repetidos. Se piensa que surgen por una combinación de FATIGA MUSCULAR y fallo óseo, y ocurren en situaciones donde la REMODELACIÓN ÓSEA predomina a la reparación. Los sitios más comunes de fracturas de estrés son el METATARSO, PERONÉ, TIBIA, y CUELLO FEMORAL.
Fracturas de la porción estrecha, corta, del hueso del muslo entre la cabeza del fémur y el trocánter. Se excluyen las fracturas intertrocantéricas que son FRACTURAS DE CADERAS.
Ramificación de la arteria carótida externa la cual irriga las estructuras profundas de la cara (maxilar interna) y hacia el borde de la cara y la nariz (maxilar externa).
Fracturas del hueso más largo del antebrazo.
Cáncer o tumores del MAXILAR o mandíbula superior.
Cualqueira de los ocho dientes frontales (cuatro maxilares y cuatro mandibulares) que tienen un borde cortante incisivo para cortar los alimentos y una sola raíz, que aparecen en el hombre tanto en los dientes deciduales como en los permanentes.
El uso de clavos que se insertan en cavidades óseas con el fin de mantener los huesos fracturados juntos.
Las enfermedades maxilares se refieren a diversas condiciones patológicas que afectan los huesos maxilares, incluyendo infecciones, tumores, traumatismos y displasias.
Fracturas del cráneo que pueden producirse por lesiones de la cabeza, penetrantes o no penetrantes, o raramente por ENFERMEDADES ÓSEAS (ver también FRACTURAS, ESPONTÁNEAS). Las fracturas de cráneo pueden clasificarse por su localización (ejemplo, FRACTURAS DE CRÁNEO, BASILAR), apariencia radiológica (ejemplo, lineal), o basada en la integridad del cráneo (ejemplo, FRACTURA DE CRÁNEO, DEPRIMIDA).
Quiebra o ruptura de un diente o raíz dentaria.
Una fractura de costilla es una rotura o grietas en uno o más huesos largos y planos que forman la caja torácica, comúnmente causada por traumatismos directos o indirectos a la pared torácica.
Fracturas de la mandíbula inferior.
Tercer diente a la izquierda y a la derecha de la línea media de cualquiera de las mandíbulas, situado entre el segundo DIENTE INCISIVO y el DIENTE PREMOLAR. (traducción libre del original: Jablonski, Dictionary of Dentistry, 1992, p817)
Método ortodóntico utilizado para corregir los arcos maxilares estrechos o colapsados y la mordida cruzada funcional.
Curva formada por la fila de DIENTES en su posición normal en los MAXILARES. El arco dentario inferior está formado por los dientes de la mandíbula y el arco dental superior por los dientes maxilares.
Diente que tiene una posición posterior en cualquiera de las mandíbulas, son ocho en total en la dentición decidual (2 en cada lado, superior e inferior), y usualmente hay 12 en la dentición permanente (tres en cada lado, superior e inferior). Son dientes para triturar, tienen coronas grandes y superficies de masticación anchas. (Traducción libre del original: Jablonski, Dictionary of Dentistry, 1992, p821)
Desmoronamiento o aplastamiento del HUESO esponjoso por fuerzas que actúan paralelamente al eje longitudinal del hueso. Se aplica particularmente a las fracturas de los cuerpos vertebrales (FRACTURAS ESPINALES). (Blauvelt and Nelson, A Manual of Orthopedic Terminology, 1994, p. 4)

Las fracturas maxilares se refieren a las roturas o grietas en los huesos que forman la parte superior de la boca y el rostro, conocidos como el maxilar o maxilar superior. Estas fracturas pueden ocurrir en diferentes lugares, incluyendo el cuerpo del maxilar, los procesos alveolares (que contienen los dientes), las paredes laterales, la fosa canina, el paladar duro, y el piso de la órbita.

Las fracturas maxilares pueden ser causadas por diversos factores, como traumatismos directos en la cara, accidentes automovilísticos, caídas, peleas, deportes de contacto, y mordiscos fuertes o violentos. Los síntomas más comunes incluyen dolor, hinchazón, moretones, hemorragia, dientes flojos o desplazados, asimetría facial, y dificultad para masticar, hablar o deglutir.

El tratamiento de las fracturas maxilares depende del tipo y la gravedad de la lesión. Puede incluir medidas conservadoras, como el reposo, la aplicación de frío, los analgésicos y una dieta blanda. Sin embargo, en muchos casos, es necesaria la intervención quirúrgica para alinear y estabilizar los fragmentos óseos rotos. Esto se logra mediante la colocación de placas y tornillos metálicos que mantienen los huesos en su posición correcta mientras sanan.

La rehabilitación después del tratamiento suele incluir ejercicios de fisioterapia facial para ayudar a restaurar el movimiento normal y la función de la mandíbula. También puede ser necesario seguir una dieta líquida o blanda durante un período de tiempo hasta que los huesos hayan sanado por completo.

Es importante buscar atención médica inmediata si se sospecha una fractura maxilar, ya que el retraso en el tratamiento puede conducir a complicaciones graves, como la pérdida de dientes, la infección y la alteración permanente de la función facial.

El seno maxilar, también conocido como seno highmore, es el más grande de los senos paranasales. Se encuentra en la parte posterior de la cavidad nasal, dentro de los huesos maxilares de cada lado del rostro. Tiene forma de pirámide y se extiende hacia arriba hasta debajo de los ojos, hacia atrás hasta el oído y hacia abajo hasta la parte superior de la parte posterior de las cavidades nasales.

Su función principal es aliviar la presión en la cabeza y ayudar a humidificar y calentar el aire que inhalamos. También desempeña un papel en el sentido del olfato y produce moco que ayuda a limpiar y proteger las vías respiratorias superiores.

Los senos maxilares pueden causar problemas de salud cuando se infectan o inflaman, lo que puede resultar en sinusitis. Esta condición puede causar síntomas como congestión nasal, dolor de cabeza, fiebre y malestar general. En casos graves, la infección puede propagarse a otras partes del cuerpo y requerir tratamiento médico agresivo.

Una fractura ósea, simplemente conocida como fractura, es una ruptura o interrupción en la continuidad estructural de un hueso. Puede ser causada por traumatismos directos o indirectos, como caídas, accidentes automovilísticos, lesiones deportivas graves, o por enfermedades que debilitan los huesos, como la osteoporosis o el cáncer óseo.

Las fracturas se pueden clasificar de diversas maneras según su localización, patrón, mecanismo de causación y grado de desplazamiento. Algunos tipos comunes de fracturas incluyen las fracturas lineales (donde el hueso se rompe en una línea recta), fracturas oblicuas (donde el hueso se rompe en un ángulo), fracturas en esquina o cominutivas (donde el hueso se rompe en varios fragmentos), y fracturas abiertas o compuestas (donde la piel está rota y los extremos del hueso sobresalen).

El tratamiento de las fracturas depende del tipo, localización y gravedad de la lesión. Puede incluir inmovilización con un yeso o férula, cirugía para alinear y estabilizar los fragmentos óseos con placas, tornillos o clavijas, o en algunos casos, tracción o cirugía de reemplazo articular. El pronóstico también varía según la gravedad de la fractura y la prontitud y eficacia del tratamiento; sin embargo, con el cuidado médico adecuado, la mayoría de las personas se recuperan completamente de las fracturas óseas.

La curación de fracturas, también conocida como osteosíntesis, se refiere al proceso médico en el que los huesos rotos o fracturados son reparados y vuelven a unirse. Este procedimiento puede implicar varios métodos, incluyendo el uso de férulas, yesos, tablillas, clavijas, alambres o placas metálicas para mantener los fragmentos de hueso en su posición correcta mientras sanan.

La curación natural de una fractura implica cuatro etapas principales: la formación de un coágulo sanguíneo alrededor de la zona fracturada, la creación de callo óseo blando (tejido conectivo) que une los extremos rotos, la transformación del callo blando en callo duro (tejido cartilaginoso), y finalmente, el proceso de remodelación en el que el hueso vuelve a adquirir su forma y fuerza originales.

El tiempo necesario para que una fractura se cure completamente varía dependiendo de la gravedad de la lesión, la localización de la fractura, la edad y el estado de salud general del paciente. Durante este proceso, es fundamental evitar cualquier actividad que pueda causar más daño o interferir con la curación adecuada. La fisioterapia y los ejercicios específicos pueden ser recomendados una vez que el médico determine que el hueso está lo suficientemente fuerte para soportar cierto grado de estrés.

Una fractura de cadera es una lesión común en adultos mayores, especialmente aquellos con osteoporosis. Se produce cuando hay un daño en la articulación de la cadera, que generalmente involucra el fémur (hueso del muslo) y la cavidad acetabular del hueso ilíaco. Las fracturas de cadera pueden ser causadas por una caída o trauma directo, pero también pueden ocurrir sin causa aparente en personas con osteoporosis severa.

Existen diferentes tipos de fracturas de cadera, incluyendo:

1. Fractura del cuello femoral: Es la más común y se produce en la unión entre el fémur y la cabeza femoral.
2. Fractura intertrocantérica: Se localiza por debajo del cuello femoral, en la región donde el fémur se ensancha para formar el trocánter mayor y menor.
3. Fracturas de la diáfisis femoral: Son fracturas que afectan al cuerpo principal del fémur.
4. Fracturas articulares o intraarticulares: Ocurren dentro de la articulación de la cadera y pueden involucrar la cabeza femoral y el acetábulo.

El tratamiento suele implicar cirugía para estabilizar la fractura, restaurir la longitud del fémur y permitir la movilización temprana del paciente. Los procedimientos quirúrgicos pueden incluir prótesis totales de cadera, clavijas y placas o tornillos intramedulares. El pronóstico depende de factores como la edad, salud general del paciente, tipo y localización de la fractura, y la capacidad funcional previa. Las complicaciones pueden incluir infección, trombosis venosa profunda, necrosis avascular de la cabeza femoral y artrosis postraumática.

Una fractura de fémur se refiere a un rompimiento o quebradura en el hueso femoral, que es el hueso más grande y fuerte del cuerpo humano. El fémur se extiende desde la cadera hasta la rodilla y puede sufrir diferentes tipos de fracturas dependiendo de diversos factores como la fuerza del traumatismo, la localización y el estado de salud del paciente.

Algunos de los tipos comunes de fracturas de fémur incluyen:

1. Fractura de cuello de fémur: Ocurre cerca de la articulación de la cadera y es más frecuente en personas mayores con osteoporosis.
2. Fractura diafisaria: Se produce en la parte central o diáfisis del hueso, siendo las causas más comunes los accidentes automovilísticos o caídas desde gran altura.
3. Fracturas de extremidad distal: Estas se localizan cerca de la articulación de la rodilla y pueden ser concomitantes a lesiones ligamentosas o meniscales.
4. Fracturas complejas o abiertas: Suceden cuando el hueso se fractura y perfora la piel, aumentando el riesgo de infección y complicaciones adicionales.
5. Fracturas por estrés: Son pequeñas fisuras en el hueso causadas por sobrecargas repetitivas o entrenamiento excesivo, especialmente en atletas.

El tratamiento de las fracturas de fémur dependerá del tipo y gravedad de la lesión, así como de las condiciones médicas generales del paciente. Puede incluir inmovilización con férulas o yesos, cirugía para colocar placas y tornillos, o el uso de dispositivos de fracturas internas como clavos intramedulares para mantener la alineación adecuada del hueso mientras se recupera. La rehabilitación posterior es fundamental para restablecer la fuerza, el rango de movimiento y la función normal en la extremidad afectada.

Las fracturas de la columna vertebral se refieren a una rotura o quebradura en uno o más huesos de la columna vertebral. Estas lesiones pueden variar desde fracturas simples hasta condiciones graves y potencialmente discapacitantes, como las fracturas complejas o las fracturas vertebrales por compresión.

Las causas más comunes de las fracturas de la columna vertebral son lesiones traumáticas, como caídas, accidentes automovilísticos o deportivos. También pueden ser el resultado de afecciones médicas subyacentes que debilitan los huesos, como la osteoporosis, cáncer metastásico o enfermedades genéticas que afectan la integridad ósea.

Los síntomas asociados con las fracturas de la columna vertebral pueden incluir dolor de espalda agudo o sordo, rigidez, disminución de la altura corporal, pérdida de movilidad y, en casos graves, debilidad o parálisis de las extremidades inferiores. El tratamiento depende de la gravedad y la ubicación de la fractura, pero puede incluir inmovilización con un corsé ortopédico, cirugía para estabilizar la columna vertebral o terapias de rehabilitación para ayudar a restaurar la función.

Es importante buscar atención médica inmediata si se sospecha una fractura de la columna vertebral, ya que el diagnóstado y tratamiento tempranos pueden ayudar a prevenir complicaciones graves y promover una mejor recuperación.

El maxilar es una parte fundamental del sistema esquelético y es considerado parte del esqueleto facial. Se trata de un hueso impar, medio y simétrico, que está presente en dos piezas en los seres humanos: el maxilar superior (maxilla) y el maxilar inferior (mandíbula).

El maxilar superior es parte de la cavidad nasal y bucal. Forma la bóveda palatina o techo duro del paladar, contribuye a formar las paredes laterales de las órbitas oculars (cavidades donde se encuentran los ojos) y participa en la formación del suelo de la cavidad orbitaria. Además, el maxilar superior tiene una serie de procesos y crestas que sirven como punto de unión para músculos y ligamentos faciales. También contiene las cuencas donde se alojan los dientes superiores.

El maxilar inferior, por otro lado, es la única parte del cráneo que puede moverse, ya que está articulado con el temporal a través del cóndilo y la cavidad glenoidea, permitiendo así la apertura y cierre de la boca, además de los movimientos laterales y protrusivos. El maxilar inferior también contiene las cuencas para los dientes inferiores y tiene una robusta sínfisis mentoniana en su parte anterior.

En resumen, el maxilar es un hueso fundamental del sistema esquelético que forma partes importantes de la cara y la cavidad oral, alojando los dientes y facilitando funciones como la masticación, la deglución y la fonación.

La sinusitis maxilar, también conocida como sinusitis del seno maxilar, es una inflamación o infección de los senos paranasales, específicamente el seno maxilar. Los senos paranasales son pequeñas cavidades huecas en los huesos alrededor de la nariz y los ojos. Cuando están sanos, los senos paranasales producen un moco que ayuda a humedecer las membranas nasales y a proteger contra el polvo, los gérmenes y otros contaminantes.

Sin embargo, cuando los senos paranasales se inflaman o se infectan (lo que comúnmente ocurre durante un resfriado o una alergia), pueden obstruirse, lo que impide que el moco drene normalmente. Esta acumulación de moco puede conducir a una infección bacteriana o fúngica en el seno maxilar.

Los síntomas comunes de la sinusitis maxilar incluyen:

* Dolor o presión facial, especialmente en los pómulos y debajo de los ojos
* Congestión nasal o secreción nasal
* Tos y dolor de garganta
* Mal aliento o sabor desagradable en la boca
* Dolores de cabeza o presión detrás de los ojos
* Fiebre leve
* Fatiga

El tratamiento para la sinusitis maxilar puede incluir medicamentos recetados o de venta libre, como descongestionantes, antihistamínicos y analgésicos. En algunos casos, el médico puede prescribir antibióticos si la infección es causada por bacterias. Si los síntomas son graves o persistentes, se pueden considerar procedimientos quirúrgicos para aliviar la obstrucción y drenar los senos paranasales.

La fijación interna de fracturas es un procedimiento quirúrgico ortopédico en el que se utilizan varios dispositivos médicos, como placas, tornillos, clavos o barras, para mantener los fragmentos óseos rotos en su lugar mientras la fractura sana. Estos dispositivos se insertan directamente dentro del hueso a través de pequeñas incisiones o cortes.

El objetivo principal de la fijación interna es restaurar la integridad estructural y la función normal del hueso lo más pronto posible después de una fractura compleja. Ayuda a mantener la alineación correcta de los extremos rotos durante el proceso de curación, reduce el dolor y la probabilidad de complicaciones asociadas con las fracturas, como la mala unión o desalineación de los huesos.

Después de la cirugía, generalmente se requiere un período de inmovilización y rehabilitación para permitir que el hueso sane correctamente. La duración del proceso de curación depende de varios factores, como la gravedad de la fractura, la ubicación del hueso afectado y la salud general del paciente.

Es importante tener en cuenta que, aunque estos dispositivos de fijación interna desempeñan un papel crucial en el proceso de curación, no siempre son permanentes. En algunos casos, pueden ser necesarios procedimientos adicionales para quitarlos una vez que el hueso ha sanado por completo.

Las fracturas conminutas son un tipo de fractura ósea en la que el hueso se rompe en tres o más fragmentos o partes. Esta fractura es comúnmente causada por traumas graves, como accidentes automovilísticos o caídas desde gran altura. En estos casos, el hueso se descompone en varios pedazos pequeños y a menudo desplazados, lo que puede dificultar el proceso de curación y requerir intervención quirúrgica para lograr la correcta alineación y fijación de los fragmentos. Las fracturas conminutas pueden ocurrir en cualquier hueso del cuerpo, pero son especialmente comunes en las extremidades superiores e inferiores, así como en la pelvis y la columna vertebral. La complicación más frecuente de este tipo de fractura es la pseudartrosis, o la falta de consolidación del hueso roto, que puede llevar a una discapacidad permanente si no se trata adecuadamente.

La fijación de fracturas es un procedimiento quirúrgico ortopédico en el que se utilizan diferentes métodos y dispositivos para mantener los extremos de un hueso roto (fracturado) en su alineación correcta mientras sana. Esto ayuda a garantizar una curación adecuada y reduce el riesgo de complicaciones como la mala alineación o la curvatura anormal del hueso (deformidad).

Hay varios métodos de fijación de fracturas, incluyendo:

1. Clavos intramedulars: Se introducen por el centro del hueso a través de una pequeña incisión. Son especialmente útiles en fracturas largas de huesos como el fémur (hueso del muslo) y el húmero (hueso del brazo).

2. Placas y tornillos: Se utilizan cuando se necesita una fijación más estable, especialmente en fracturas complejas o inestables. Se colocan a través de incisiones más grandes y se sujetan al hueso con tornillos.

3. Fijadores externos: Consisten en varillas que se insertan a través de la piel y se fijan al hueso roto. Luego, se unen a una estructura externa para mantener el hueso en su lugar. Se utilizan a menudo cuando hay tejido blando dañado que necesita tiempo para sanar antes de que se pueda realizar una fijación interna.

4. Yesos y férulas: Aunque no son dispositivos quirúrgicos, los yesos y las férulas también pueden usarse para estabilizar fracturas simples y mantener la alineación correcta durante el proceso de curación.

La elección del método de fijación depende del tipo y la localización de la fractura, así como de otros factores como la edad y la salud general del paciente. El objetivo final de la fijación de fracturas es restaurar la integridad estructural del hueso y permitir que vuelva a su función normal lo antes posible.

Las fracturas osteoporóticas son roturas óseas que se producen generalmente en los huesos débiles y frágiles de personas con osteoporosis. La osteoporosis es una enfermedad que hace que los huesos se vuelvan más delgados y propensos a las fracturas. Las fracturas osteoporóticas pueden ocurrir en cualquier hueso, pero son más comunes en la cadera, la columna vertebral y el wrist (muñeca).

Estas fracturas suelen ser causadas por caídas menores o incluso por movimientos normales como toser o estornudar con fuerza. En algunos casos, las personas con osteoporosis pueden experimentar fracturas espontáneas sin haber tenido ningún trauma previo.

Las fracturas osteoporóticas pueden ser muy debilitantes y provocar dolor intenso, discapacidad y pérdida de movilidad. También aumentan el riesgo de morbilidad y mortalidad, especialmente en las personas mayores. Además, una fractura osteoporótica puede ser el primer signo de osteoporosis y servir como indicador de la necesidad de un tratamiento adicional para prevenir futuras fracturas.

Las fracturas del radio se refieren a las roturas o fracturas que ocurren en el hueso radial, uno de los dos huesos largos del antebrazo. El radio es el hueso más lateral (exterior) y se extiende desde la articulación del codo hasta la muñeca.

Las fracturas del radio pueden ocurrir en cualquier parte a lo largo del hueso, pero algunos lugares comunes incluyen:

1. Fractura de la cabeza radial: Esta fractura ocurre cerca de la extremidad superior del radio y puede involucrar a la articulación del codo.
2. Fractura del cuello radial: Esta fractura se produce justo debajo de la cabeza radial, cerca de la articulación del codo.
3. Fractura de la diáfisis radial: La diáfisis es la parte media del hueso largo, y las fracturas en esta área pueden ocurrir como resultado de trauma de alta energía, como accidentes automovilísticos.
4. Fractura de la muñeca radial: Esta fractura se produce cerca de la extremidad inferior del radio, en la articulación de la muñeca. La fractura más común en esta área es la fractura de Colles, donde el extremo inferior del radio se desplaza hacia atrás (dorsalmente).
5. Fractura de radio distal: Esta fractura ocurre cerca de la articulación de la muñeca y puede involucrar a los ligamentos y los tejidos blandos circundantes.

El tratamiento de las fracturas del radio depende de la ubicación y la gravedad de la fractura, así como de la edad y la salud general del paciente. Puede incluir inmovilización con un yeso o férula, cirugía para alinear y estabilizar el hueso con placas y tornillos, o reemplazo articulario en fracturas complejas o graves. La fisioterapia y la rehabilitación también pueden ser necesarias para ayudar al paciente a recuperar la fuerza y la movilidad después del tratamiento.

Las neoplasias del seno maxilar, también conocidas como tumores del seno maxilar, se refieren a un crecimiento anormal de tejidos en la cavidad del seno maxilar. Estos tumores pueden ser benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos).

Los tumores benignos suelen crecer más lentamente y raramente se diseminan a otras partes del cuerpo. Por otro lado, los tumores malignos tienen el potencial de invadir los tejidos circundantes y propagarse a distancia a través del sistema linfático o sanguíneo.

Los síntomas más comunes de las neoplasias del seno maxilar incluyen: congestión nasal, sangrado nasal, dolor facial, pérdida de sensibilidad en los dientes o encías, protuberancias en la cara o en el interior de la boca, y problemas para masticar o tragar.

El tratamiento depende del tipo y grado de la neoplasia. Puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de estos. La detección temprana y el tratamiento oportuno pueden mejorar significativamente el pronóstico del paciente.

Las fracturas espontáneas son un tipo de fractura ósea que ocurre sin la presencia de un trauma traumático significativo. Estas fracturas suelen estar relacionadas con condiciones médicas subyacentes que debilitan el tejido óseo, haciéndolo más frágil y susceptible a romperse bajo la carga normal del peso corporal o incluso sin ningún tipo de carga.

Las causas más comunes de las fracturas espontáneas incluyen enfermedades que comprometen la integridad ósea, como la osteoporosis, la osteogenesis imperfecta (enfermedad de los huesos frágiles), los tumores óseos y los trastornos hormonales. La osteoporosis es el factor contribuyente más común, especialmente en personas mayores, ya que provoca una pérdida de densidad mineral ósea y un deterioro de la microarquitectura del hueso, lo que aumenta significativamente el riesgo de fracturas espontáneas.

Las localizaciones más comunes para las fracturas espontáneas son las vértebras, los femures (huesos del muslo), los húmeros (huesos del brazo superior) y las muñecas. Los síntomas suelen incluir dolor agudo o sordo en el sitio de la fractura, hinchazón, moretones, deformidad y dificultad para mover la extremidad afectada. El tratamiento dependerá del tipo y la gravedad de la fractura, pero generalmente implicará medidas para aliviar el dolor, restaurar la integridad estructural del hueso y promover la curación ósea. Estas medidas pueden incluir el uso de férulas, yesos o dispositivos ortopédicos, así como la administración de medicamentos para aliviar el dolor y fomentar la formación de tejido óseo nuevo. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para estabilizar la fractura y promover una correcta curación.

El nervio maxilar, también conocido como el segundo nervio trigémino o nervio V2, es un importante nervio sensorial y músculo del cráneo en el sistema nervioso periférico. Se origina en la parte inferior de la cavidad craneal desde el ganglio de Gasser y se extiende a través del foramen rotundo para ingresar al canal infraorbital en la cara.

El nervio maxilar proporciona inervación sensorial a una gran parte de la cara, incluyendo la piel de la frente, los párpados superiores, la nariz, las mejillas, el labio superior y la mayoría del paladar duro y blando. También desempeña un papel en la inervación sensorial de los dientes superiores anteriores y posteriores, así como de las mucosas de la cavidad oral asociada con estos dientes.

Además de sus funciones sensoriales, el nervio maxilar también contribuye a la innervación motora de algunos músculos de la masticación, como el músculo masetero y el temporal, a través de sus ramas motoras. Estas fibras motoras se unen al nervio trigémino principal antes de salir del cráneo a través del foramen oval.

El nervio maxilar desempeña un papel vital en la sensación facial y la función masticatoria, y cualquier disfunción o daño en este nervio puede provocar diversos síntomas, como pérdida de sensibilidad, dolor y debilidad muscular.

Las fracturas por estrés, también conocidas como fracturas de fatiga o fisuras de fatiga, son un tipo de lesión en el hueso que ocurre como resultado de una tensión repetitiva y prolongada, en lugar de una lesión aguda o traumática importante. Estas fracturas suelen afectar a los atletas y a aquellos que participan en actividades físicas intensas y repetitivas, como correr, bailar o practicar deportes de alto impacto.

Las fisuras por estrés se desarrollan gradualmente cuando el hueso está sometido a cargas repetidas e iguales, lo que provoca microdaños en su estructura interna. Si no se descansa ni se trata adecuadamente, estos pequeños daños pueden acumularse y propagarse, eventualmente conduciendo a una fractura completa.

Las áreas más comunes donde ocurren las fracturas por estrés son los metatarsianos del pie (fracturas de estrés de Jones), la tibia (fracturas de estrés de la tibia) y el hueso del espolón de la escápula (fracturas de estrés de la escápula). Los síntomas pueden incluir dolor y sensibilidad en el sitio de la lesión, especialmente durante la actividad física, hinchazón, moretones y dificultad para soportar peso o realizar movimientos específicos. El diagnóstico generalmente se realiza mediante radiografías, aunque a veces pueden ser necesarias pruebas adicionales, como resonancias magnéticas o escáneres óseos, para confirmar la presencia de una fractura por estrés.

El tratamiento suele implicar descanso y protección del hueso afectado, así como el uso de férulas, yesos o dispositivos ortopédicos para mantener la alineación correcta durante la curación. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para estabilizar la fractura o acelerar el proceso de curación. La fisioterapia y los ejercicios de rehabilitación también pueden desempeñar un papel importante en la recuperación, ayudando a restaurar la fuerza, el rango de movimiento y la función normal del hueso y los tejidos circundantes.

Las fracturas del cuello femoral se refieren a las roturas o fisuras que ocurren en el cuello del fémur, que es la porción superior y más angosta de este hueso, ubicada justo encima de la cabeza del fémur. La cabeza del fémur forma la articulación con la cadera. Las fracturas del cuello femoral son comunes en personas mayores, especialmente aquellas con osteoporosis, una afección que debilita los huesos y hace que sean más frágiles y propensos a las fracturas.

Estas fracturas pueden clasificarse en diferentes tipos según su localización, la orientación de la fractura y la integridad del suministro de sangre a la cabeza femoral. Algunos de los tipos más comunes son:

1. Fractura intracapsular: Ocurre dentro de la cápsula articular de la articulación de la cadera y puede implicar la interrupción del suministro de sangre a la cabeza femoral, lo que aumenta el riesgo de necrosis avascular (muerte del tejido óseo debido a la falta de irrigación sanguínea).
2. Fractura extracapsular: Se produce fuera de la cápsula articular y, por lo general, no interfiere con el suministro de sangre a la cabeza femoral.
3. Fracturas displásicas: Suelen ocurrir en personas más jóvenes que tienen una displasia de cadera, una afección en la que la articulación de la cadera se desarrolla de manera anormal. Estas fracturas pueden ser difíciles de tratar y tienen un mayor riesgo de complicaciones.
4. Fracturas por avulsión: Son fracturas en las que un fragmento óseo se desprende de su lugar de origen como resultado de la tracción excesiva de un músculo o tendón adjunto.

El tratamiento de las fracturas de cadera depende de varios factores, como la edad del paciente, el estado de salud general, la ubicación y el tipo de fractura, así como la actividad funcional previa. En la mayoría de los casos, se requiere cirugía para estabilizar la fractura y permitir una movilización temprana y una rehabilitación adecuada. Algunas opciones de tratamiento incluyen:

1. Fijación interna con clavos endomedulares o placas y tornillos: Se utilizan para estabilizar las fracturas que se producen dentro de la cavidad medular del fémur o en los huesos de la pelvis. Estos dispositivos permiten mantener la alineación adecuada de los fragmentos óseos mientras sanan.
2. Prótesis totales de cadera: Se utilizan cuando la fractura ha dañado gravemente el cartílago articular o el hueso subyacente, lo que hace imposible una reparación adecuada. En estos casos, se extraen los extremos superior e inferior del fémur y se reemplazan con componentes protésicos de metal y plástico.
3. Fijadores externos: Se utilizan en casos más complejos donde no es posible realizar una cirugía invasiva o cuando el paciente presenta problemas de salud graves que aumentan el riesgo quirúrgico. Los fijadores externos consisten en varillas y alambres que se unen a los fragmentos óseos desde el exterior, proporcionando estabilidad y permitiendo la curación gradual de la fractura.

Después de la cirugía, es fundamental seguir un programa de rehabilitación adecuado para recuperar la fuerza, el rango de movimiento y la función articular lo más pronto posible. La fisioterapia y los ejercicios de fortalecimiento son esenciales para ayudar al paciente a volver a sus actividades diarias normales y prevenir complicaciones como la pérdida de masa muscular y la rigidez articular.

En resumen, el tratamiento de las fracturas del fémur en adultos mayores requiere una evaluación cuidadosa de las condiciones médicas y funcionales del paciente, así como una consideración cuidadosa de los riesgos y beneficios de cada opción de tratamiento. La cirugía es a menudo la mejor opción para lograr una unión ósea adecuada y permitir una recuperación más rápida y completa. Después de la cirugía, un programa de rehabilitación adecuado es fundamental para ayudar al paciente a recuperar la fuerza, el rango de movimiento y la función articular lo más pronto posible.

La arteria maxilar es una arteria importante en la cabeza y el cuello que se origina en la arteria carótida externa. Se encarga de suministrar sangre oxigenada a las estructuras faciales, los músculos de la masticación y los dientes.

La arteria maxilar se divide en tres porciones:

1. Porción temporal: sale de la arteria carótida externa y asciende hacia la sutura temporomandibular, donde emite ramas para el músculo pterigoideo lateral y el oído medio.
2. Porción pterigoidea: desciende entre los músculos pterigoideos medial y lateral y emite ramas para los músculos de la masticación, la glándula parótida y la cavidad bucal.
3. Porción alveolar: se curva hacia adelante y hacia abajo a lo largo del borde inferior del maxilar superior, donde emite ramas para los dientes superiores y las encías. También da origen a la arteria infraorbitaria, que suministra sangre a la frente, el párpado superior y la nariz.

La arteria maxilar es una estructura vital en la cabeza y el cuello, y su correcto funcionamiento es esencial para la salud de los tejidos que suministra.

Las fracturas del cúbito se refieren a las roturas o fracturas que ocurren en el hueso del cúbito, uno de los dos huesos largos del antebrazo. Estas fracturas pueden ocurrir como resultado de trauma directo o indirecto, como una caída, un golpe o una lesión deportiva.

Las fracturas del cúbito se clasifican comúnmente en función de su localización y patrones de fractura. Algunos tipos comunes de fracturas del cúbito incluyen:

1. Fractura del olécranon: una fractura que ocurre en la extremidad superior del cúbito, cerca de la articulación del codo.
2. Fractura de la diáfisis: una fractura que ocurre en el cuerpo principal del hueso del cúbito.
3. Fractura de la cabeza radial: una fractura que ocurre en la extremidad inferior del cúbito, cerca de la articulación del muñón.
4. Fractura de Galeazzi: una fractura compleja que involucra una fractura de la diáfisis del cúbito y una luxación o subluxación de la muñeca.
5. Fractura de Monteggia: una fractura compleja que involucra una fractura de la extremidad superior del cúbito y una luxación o subluxación de la articulación del codo.

Los síntomas de las fracturas del cúbito pueden incluir dolor intenso, hinchazón y moretones en el antebrazo, incapacidad para mover el brazo o el codo, deformidad visible del brazo o del codo, y sensibilidad al tacto en la zona afectada. El tratamiento puede incluir inmovilización con un yeso o una férula, fisioterapia y, en algunos casos, cirugía para estabilizar la fractura y promover la curación adecuada.

Neoplasia maxilar se refiere a un crecimiento anormal de tejido en la región maxilar o los huesos que forman la mandíbula. Puede ser benigno (no canceroso) o maligno (canceroso). Las neoplasias maxilares pueden originarse en cualquiera de los tejidos que conforman la estructura ósea y de soporte blando, incluyendo el hueso, los dientes, los vasos sanguíneos, los nervios, los músculos o los tejidos conectivos.

Los síntomas más comunes de las neoplasias maxilares son dolor de mandíbula, hinchazón facial, dificultad para masticar o tragar, movimiento limitado de la mandíbula, úlceras en la encía que no cicatrizan, dientes flojos o protuberancias en la boca o la cara. El tratamiento depende del tipo y el estadio de la neoplasia maxilar y puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de estos.

Es importante mencionar que si bien este término se refiere a un crecimiento anormal en la región maxilar, existen diferentes tipos de neoplasias que pueden presentarse en esta zona, con características y comportamientos clínicos distintos. Por lo tanto, es fundamental una evaluación y diagnóstico preciso por parte de un profesional médico especializado en el área.

Los incisivos se refieren a los dientes delanteros en la mandíbula y el maxilar superior, diseñados principalmente para cortar o morder alimentos. Suelen ser generalmente anchos y planos en la parte frontal con una punta afilada. Los humanos tienen ocho incisivos en total: cuatro en la mandíbula inferior (o inferior) y cuatro en la mandíbula superior (o superior). En medicina y odontología, la palabra "incisivo" se utiliza a menudo para describir procedimientos o condiciones relacionadas con estos dientes específicos.

La fijación intramedular de fracturas es un procedimiento quirúrgico ortopédico en el que se utiliza un clavo o tornillo especialmente diseñado para estabilizar y alinear correctamente un hueso roto. El proceso implica la inserción del clavo metálico a través de la médula ósea, que es el espacio interior hueco en el centro de los huesos largos.

Este tipo de fijación se utiliza comúnmente en fracturas de huesos largos como el fémur (hueso del muslo), la tibia (hueso de la pierna) y el húmero (hueso del brazo). El clavo intramedular proporciona una fuerza de compresión que ayuda a mantener el hueso en su lugar mientras se cura, lo que puede acelerar el proceso de recuperación y reducir el riesgo de complicaciones como la pseudartrosis (fractura no unida) o la mala alineación del hueso.

Después de la cirugía, se requiere rehabilitación y fisioterapia para ayudar a restaurar la fuerza, el rango de movimiento y la función normal del miembro afectado. Aunque este procedimiento es generalmente seguro y efectivo, como cualquier cirugía, conlleva riesgos potenciales, como infección, daño nervioso o vascular, y la necesidad de una segunda intervención quirúrgica si el clavo se afloja o se rompe.

Las Enfermedades Maxilares se refieren a un grupo diverso de condiciones patológicas que afectan los huesos maxilares superior e inferior. Estos huesos forman parte importante del sistema esquelético facial y desempeñan funciones vitales como la masticación, la deglución, el habla y la respiración.

Las enfermedades maxilares pueden ser congénitas o adquiridas. Las causas incluyen infecciones, traumatismos, tumores benignos o malignos, displasias óseas, trastornos sistémicos y reacciones adversas a medicamentos.

Algunos ejemplos comunes de enfermedades maxilares son:

1. Periodontitis: Es una enfermedad infecciosa que daña el tejido que soporta los dientes, incluidos los maxilares superiores e inferiores.

2. Quiste dentígero: Es un tipo de quiste odontogénico que se desarrolla a partir de los tejidos del germen del diente. Su crecimiento puede destruir el hueso maxilar.

3. Ameloblastoma: Es un tumor benigno pero agresivo que se origina en los tejidos odontogénicos del maxilar. Aunque raramente se vuelve canceroso, requiere tratamiento debido a su potencial destructivo.

4. Osteonecrosis de la mandíbula: Es la muerte del tejido óseo en la mandíbula, generalmente como resultado de una interrupción en el suministro de sangre al hueso. Puede ocurrir después de un procedimiento dental invasivo o como efecto secundario de ciertos medicamentos, especialmente aquellos utilizados para tratar el cáncer y la osteoporosis.

5. Fracturas maxilares: Se producen cuando hay una ruptura en los huesos maxilares debido a un traumatismo. Las fracturas pueden ser simples, donde solo está involucrado el hueso, o complejas, donde también están involucrados los tejidos blandos circundantes.

6. Cáncer de cavidad oral: Puede afectar cualquier parte de la boca, incluyendo las encías, el paladar, la lengua y el revestimiento interno de las mejillas. El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo importantes para este tipo de cáncer.

7. Enfermedad periodontal: Es una infección bacteriana que afecta los tejidos que soportan los dientes, incluyendo las encías y el hueso maxilar. Si no se trata, puede conducir a la pérdida de dientes y otros problemas de salud graves.

8. Tumores benignos del maxilar: Además de ameloblastomas, existen otros tumores benignos que pueden desarrollarse en el maxilar, como fibromas, mixomas y osteomas. Aunque no son cancerosos, pueden causar problemas funcionales y estéticos si crecen demasiado.

9. Quistes del maxilar: Son sacos llenos de líquido que se desarrollan en el hueso maxilar. La mayoría son benignos, pero algunos pueden convertirse en cáncer si no se tratan a tiempo.

10. Fracturas del maxilar facial: Las fracturas del maxilar facial pueden ocurrir como resultado de un traumatismo grave, como un accidente automovilístico o una pelea. Estas fracturas pueden ser complejas y requerir cirugía reconstructiva para repararlas correctamente.

Las fracturas craneales se refieren a roturas o fracturas en los huesos que forman el cráneo. Estas lesiones pueden variar en gravedad, desde fracturas simples sin daño adicional, hasta fracturas compuestas que involucran laceraciones de la piel y exposición del cerebro.

Las causas más comunes de las fracturas craneales son traumatismos contundentes o penetrantes a la cabeza, como los que podrían ocurrir durante accidentes automovilísticos, caídas, actos violentos o deportes de contacto.

Los síntomas asociados con las fracturas craneales pueden incluir dolor de cabeza, moretones alrededor de la zona afectada, hematomas (moretones) debajo de la piel, hemorragia nasal o auditiva, pérdida de conciencia, confusión, visión doble, convulsiones y dificultad para hablar o tragar.

El tratamiento depende del tipo y gravedad de la fractura. Algunas fracturas simples pueden sanar por sí solas con reposo y cuidados conservadores, mientras que otras pueden requerir intervención quirúrgica para estabilizar los huesos rotos y prevenir complicaciones.

Es importante buscar atención médica inmediata si se sospecha una fractura craneal, ya que estas lesiones pueden ser potencialmente graves e incluso mortales si no se tratan adecuadamente. Además, los daños en el cerebro asociados con las fracturas craneales pueden provocar diversas secuelas neurológicas y cognitivas a largo plazo.

En terminología dental, una fractura de diente se refiere a la ruptura parcial o completa de la estructura dental como consecuencia de un traumatismo. Estas fracturas pueden afectar a cualquier parte del diente, incluyendo la corona (la parte visible del diente), el cuello (la zona donde se une el diente con el periodonto) o la raíz (la porción insertada en el hueso maxilar).

Las fracturas dentales se clasifican en función de su localización y gravedad:

1. Fractura de la corona: Se produce cuando hay una rotura en la parte superior del diente, que es la parte visible de la boca. Puede afectar al esmalte, la dentina y, en casos más graves, incluso a la pulpa dental (donde se encuentran los vasos sanguíneos y nervios).

2. Fractura del cuello del diente: Ocurre en la zona donde el diente se une con el periodonto (los tejidos que soportan el diente). Este tipo de fracturas pueden extenderse hasta la pulpa dental y suelen ser difíciles de tratar, ya que la unión entre el diente y el periodonto es delicada.

3. Fractura de la raíz: Se da cuando se rompe la parte del diente insertada en el hueso maxilar. Puede no causar síntomas inmediatos, pero con el tiempo puede provocar infecciones y dolor si queda tejido pulpar expuesto o si los fragmentos de raíz se desplazan.

4. Fractura vertical alveolar: Es una fractura que afecta tanto al diente como al hueso maxilar que lo soporta. Puede provocar la movilidad o incluso la pérdida del diente afectado.

5. Fractura oblicua: Se trata de una fractura irregular que puede afectar a diferentes partes del diente, desde la corona hasta la raíz. Su tratamiento dependerá de la gravedad y extensión de la lesión.

El pronóstico y el tratamiento de las fracturas dentales varían en función del tipo y la gravedad de la lesión. En general, cuanto antes se detecte y trate una fractura dental, mayores serán las posibilidades de éxito y preservación del diente afectado. Los tratamientos pueden incluir reconstrucciones dentales, endodoncias, férulas o incluso la extracción del diente en casos graves. La prevención es clave para evitar lesiones dentales: use protectores bucales durante la práctica de deportes de contacto y mantenga una higiene dental adecuada para fortalecer sus dientes y encías.

Las fracturas de costillas se definen como la ruptura o rotura de uno o más huesos de la caja torácica, que están compuestos normalmente por 12 pares de costillas. Estas lesiones pueden variar en gravedad, desde una pequeña fractura en la parte superior de la costilla hasta múltiples fracturas en varias costillas.

Las fracturas de costillas suelen ocurrir como resultado de un traumatismo directo sobre el pecho, como en un accidente automovilístico, una caída o un impacto deportivo. También pueden producirse por una fuerza repetitiva y continua, como en el caso del cribado o la tos crónica en personas con afecciones pulmonares subyacentes.

Los síntomas más comunes de las fracturas de costillas incluyen dolor intenso en el pecho o la espalda, especialmente al toser, respirar profundamente o moverse; dificultad para respirar; sensibilidad al tacto en el área afectada y moretones visibles. En algunos casos, las fracturas de costillas pueden asociarse con lesiones internas graves, como neumotórax (aire en el espacio pleural), hemotórax (sangre en el espacio pleural) o lesión pulmonar.

El tratamiento de las fracturas de costillas depende de la gravedad y la ubicación de la lesión. En la mayoría de los casos, el tratamiento es conservador e implica el uso de analgésicos para aliviar el dolor, la aplicación de hielo para reducir la inflamación y el reposo en cama durante un período corto de tiempo. La fisioterapia respiratoria también puede ser útil para prevenir complicaciones pulmonares. En casos graves o complicados, se pueden requerir intervenciones quirúrgicas, como la fijación interna con placas y tornillos o la colocación de un tubo de drenaje torácico para eliminar el aire o la sangre acumulada en el espacio pleural.

Las fracturas mandibulares, también conocidas como fracturas de la mandíbula o quijada, se refieren a las roturas en uno o más lugares de este hueso que forma la estructura facial inferior y constituye la base del cráneo. La mandíbula es responsable de las funciones vitales como masticar, hablar e incluso respirar.

Estas fracturas pueden ser causadas por traumatismos directos o indirectos, comúnmente asociados con accidentes automovilísticos, peleas, caídas, deportes de contacto o actos violentos. Los síntomas suelen incluir dolor intenso en la zona afectada, hinchazón, moretones, hematomas, dificultad para mover la mandíbula, asimetría facial, sonido de chasquido al abrir y cerrar la boca, y en algunos casos, dientes flojos o desalineados.

El tratamiento generalmente involucra intervención quirúrgica para alinear los fragmentos óseos y mantenerlos en su posición correcta mientras sanan. Este proceso puede implicar el uso de placas, tornillos y alambres especializados. Después del procedimiento, una dieta líquida o blanda se recomienda hasta que la recuperación esté completada. El pronóstico es generalmente bueno si se proporciona un tratamiento oportuno y adecuado.

Los dientes caninos, también conocidos como colmillos o dientes cuspídeos, son tipos específicos de dientes que encontramos en mamíferos. Desde un punto de vista estrictamente médico-dental, se definen como dientes con una sola punta y una forma generalmente convexa. Su función principal es la de desgarrar y desgastar los alimentos antes de ser swallowidos.

En humanos, cada maxilar superior e inferior tiene cuatro dientes caninos, dos a cada lado. Los primeros brotan generalmente entre los 16-20 años de edad en el maxilar inferior y entre los 12-16 años en el maxilar superior. Su cuidado es muy importante ya que, al igual que con todos los demás dientes, están sujetos a problemas como caries o enfermedades periodontales si no se mantienen adecuadamente.

La Técnica de Expansión Palatina (TEP) es un procedimiento ortodóncico que se utiliza para corregir problemas relacionados con el ancho y la forma del paladar. Consiste en expandir gradualmente el tejido óseo del paladar a través de la activación de un dispositivo ortodóncico, llamado expansor palatal. Este dispositivo consiste en dos partes unidas por un tornillo que se acciona diariamente con un pequeño key o llave, lo que provoca una separación controlada de los huesos palatinos y la consiguiente expansión del maxilar superior.

La TEP se indica principalmente en casos de mordida cruzada, apiñamiento dental severo, respiración bucal y problemas del habla relacionados con la forma y tamaño del paladar. El proceso de expansión puede tardar varias semanas o meses, dependiendo del grado de expansión necesario. Después de alcanzar el ancho deseado, el dispositivo permanece en su lugar durante un período adicional para permitir que los huesos se solidifiquen y mantengan la nueva forma y tamaño.

La Técnica de Expansión Palatina es un procedimiento relativamente sencillo y seguro, especialmente en comparación con otras opciones de tratamiento ortodóncico más invasivas. Sin embargo, como cualquier procedimiento médico o dental, tiene sus propios riesgos e inconvenientes, como la posibilidad de recidiva (reversión del crecimiento) y la aparición de diastemas (espacios entre los dientes). Es importante que esté supervisado por un profesional dental calificado para garantizar una expansión adecuada y segura.

El término "arco dental" se refiere a la forma curva natural que forman los dientes tanto en la mandíbula superior (maxilar) como en la inferior (mandíbula). Cada maxilar tiene un arco dental superior y cada mandíbula tiene un arco dental inferior. El arco dental está compuesto por los dentes, el hueso alveolar (el cual soporta los dientes), y los tejidos conectivos que unen todo esto.

La forma y la medida del arco dental son importantes para la función oral adecuada, como la masticación, la deglución y el habla. La maloclusión ocurre cuando los dientes superiores e inferiores no se alinean correctamente, lo que puede ser causado por un arco dental superior o inferior que es demasiado estrecho, ancho o irregular.

La ortodoncia es una especialidad de la odontología que se encarga del diagnóstico, prevención y tratamiento de las anomalías de forma, posición, relación y desarrollo de las estructuras dentomaxilofaciales. El objetivo del tratamiento ortodóncico es corregir la maloclusión y alinear adecuadamente los dientes en el arco dental, lo que puede mejorar la función oral, la salud bucal general y la estética facial.

Un diente molar, en terminología dental, se refiere a los grandes molares que se encuentran en las áreas posteriores o traseras de la boca, tanto en la mandíbula inferior como en la superior. Los humanos generalmente tienen doce molares en total durante su vida, incluidos los dientes de leche y los permanentes.

Los molares son los dientes más grandes y robustos en la boca. Su propósito principal es la masticación y el triturado de los alimentos gracias a sus superficies anchas y planas con múltiples cúspides o puntas. Estas cúspides ayudan a moler y desmenuzar los alimentos antes de ser swallowed.

Los molares se dividen en tres tipos: primeros molares, segundos molares y terceros molares, también conocidos como "muelas del juicio". Los terceros molares suelen erupcionar durante la adolescencia o incluso a veces en la edad adulta temprana, y a menudo no hay suficiente espacio en la boca para que lo hagan correctamente, lo que puede causar diversos problemas dentales.

Las fracturas por compresión se refieren a un tipo específico de fractura vertebral que generalmente ocurre en la columna vertebral. Se producen cuando la parte frontal (cuerpo) de una vértebra se aplasta o colapsa mientras que la parte posterior de la vértebra permanece intacta. Esto puede hacer que la vértebra se comprima y se reduzca en altura.

Este tipo de fracturas son más comunes en los huesos debilitados por osteoporosis, un trastorno que hace que los huesos se vuelvan frágiles y propensos a romperse incluso con una lesión menor. Sin embargo, también pueden ocurrir como resultado de traumas graves, como accidentes automovilísticos o caídas desde gran altura.

Los síntomas de las fracturas por compresión pueden incluir dolor de espalda severo, rigidez, pérdida de altura y una curvatura anormal en la columna vertebral. El tratamiento generalmente implica el uso de un corsé ortopédico para mantener la columna vertebral inmóvil mientras la fractura sana. En algunos casos, se puede considerar la cirugía. La prevención es especialmente importante en personas mayores, ya que las medidas preventivas contra la osteoporosis pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar estas fracturas.

No hay FAQ disponibles para "fracturas maxilares"

No hay imágenes disponibles para "fracturas maxilares"