Forma principal o polar de LEPRA en la que las lesiones cutáneas son pocas y están muy bien delimitadas. La lesión de los nervios periféricos es pronunciada y puede ser severa. A diferencia de la lepra lepromatosa (LEPRA LEPROMATOSA), la prueba de la lepromina es positiva. La lepra tuberculoide raramente es fuente de infección para otros.
Infección granulomatosa crónica producida por el MYCOBACTERIUM LEPRAE. Las lesiones granulomatosas se manifiestan en la piel, las membranas mucosas y los nervios periféricos. Dos tipos polares o principales son lepromatosos y tuberculosos.
Infección crónica y transmisible que es una forma principal o polar de LEPRA. Esta enfermedad es producida por la MYCOBACTERIUM LEPRAE y produce lesiones granulomatosas difusas de la piel en forma de nódulos, máculas o pápulas. Los nervios periféricos están afectados simétricamente y las secuelas neurológicas ocurren en etapas avanzadas.
Especie de bacterias grampositivas y aerobias que producen la LEPRA en el hombre. Sus organismos se agrupan generalmente en conglomerados, masas redondas, o en grupos de bacilos uno al lado del otro.
Forma de LEPRA en la que hay manifestaciones clínicas de ambos tipos principales (lepromatosa y tuberculoide). La enfermedad puede cambiar hacia una de estas dos formas polares o principales.
Lepromina es un tipo de granuloma cutáneo específico, formado por bacilos de lepra, que se observa en algunas formas de infección por Mycobacterium leprae.
Erupción eritematosa que se asocia comúnmente con reacciones medicamentosas o infecciones y que se caracteriza por nódulos inflamatorios que usualmente son suaves, múltiples y bilaterales. Estos nódulos se localizan fundamentalmente en las canillas y con menor frecuencia en los muslos y antebrazos. Sufren cambios de coloración característicos que terminan en áreas temporales que semejan a contusiones. Esta afección usualmente desaparece en 3-6 semanas sin cicatrices o atrofia.
Sustancias que eliminan a Mycobacterium leprae, mejoran las manifestaciones clínicas de la lepra o reducen la incidencia y severidad de las reacciones leprosas.
Forma de LEPRA que ha sido clasificada por la Organización Mundial de la Salud para propósito de su tratamiento, basándose en manifestaciones clínicas y resultados en frotis de piel. Los pacientes con lepra multibacilar tienen seis o más lesiones con o sin resultados positivos en frotis de piel para el agente causal MYCOBACTERIUM LEPRAE. La lepra multibacilar abarca la lepromatosa límite, mediolímite, y lepra lepromatosa.
Sustancias elaboradas por bacterias que tienen actividad antigénica.
Masa semejante a un tumor que se produce por el aumento de volumen de una lesión tuberculosa.
Mamíferos excavadores, principalmente nocturnos, de la familia Dasypodidae que tienen el cuerpo y la cabeza recubiertos de pequeñas placas óseas. Están ampliamente distribuidos en las partes cálidas de las Américas.
Forma de LEPRA que ha sido clasificada por la Organización Mundial de la Salud para propósito de su tratamiento, basándose en manifestaciones clínicas y resultados en frotis de piel. Los pacientes con lepra paucibacilar tienen menos de seis lesiones de la piel sin el agente causal MYCOBACTERIUM LEPRAE en cualquier prueba de frotis de piel. La lepra paucibacilar abarca la lepra indeterminada, tuberculoide dimorfa y lepra tuberculoide.
Una sulfona activa contra un amplio espectro de bacterias pero que se emplea principalmente por sus acciones contra el MYCOBACTERIUM LEPRAE. Su mecanismo de acción es probablemente similar al de las SULFONAMIDAS el cual involucra la inhibición de la síntesis de ácido fólico en organismos susceptibles. Es utilizado junto a la PIRIMETAMINA en el tratamiento de la malaria.
Cubierta externa del cuerpo y que lo proteje del ambiente. Se compone de DERMIS y EPIDERMIS.
Tuberculosis de la piel. Comprende el escrofuloderma y la tubercúlide, pero no el LUPUS VULGAR.
Lesión inflamatoria nodular relativamente pequeña que contiene fagocitos mononucleares agrupados, producidos por agentes infecciosos y no infecciosos.
Inmunoglobulinas producidas en una respuesta a ANTIGENOS BACTERIANOS.
Cualquier compuesto que contenga uno o más residuos monosacáridos unidos a través de un enlace glucósido a una molécula hidrofóbica, como un acilglicerol (ver GLICÉRIDOS), un esfingoide, una ceramida (CERAMIDAS) (N-ACILESFINGOIDE) o un prenil fosfato.
Agente inmunizante activo; cepa atenuada de Mycobacterium tuberculosis, var. bovis que le confiere inmunidad a las infecciones micobacterianas; se usan también en la inmunoterapia de las neoplasias debido a que producen estimulación de anticuerpos e inmunidad inespecífica.
Linfocitos responsables de la inmunidad celular. Se han identificado dos tipos: citotóxico (LINFOCITOS T CITITÓXICOS)y linfocitos T auxiliares (LINFOCITOS T COLABORADORES-INDUCTORES). Se forman cuando los linfocitos circulan por el TIMO y se diferencian en timocitos. Cuando son expuestos a un antigeno, se dividen rápidamente y producen un gran número de nuevas células T sensibilizadas a este antigeno.
Alteración morfológica de pequeños LINFOCITOS B o LINFOCITOS T en cultivo que se convierten en grandes células blastoides capaz de sintetizar ADN y ARN y de dividirse mediante mitosis. Es inducida por INTERLEUCINAS; MITÓGENOS tales como las FITOHEMAGLUTININAS y ANTÍGENOS específicos. También puede ocurrir in vivo, como en el RECHAZO DE INJERTO.
Variedad bovina del bacilo tuberculoso. Se conoce también como Mycobacterium tuberculosis var. bovis.
Manifestaciones de la respuesta inmune que son mediadas por linfocitos T sensibilizados por antígeno por vía de linfocinas o citotoxicidad directa. Esto ocurre en ausencia de anticuerpos circulantes o cuando el anticuerpo tiene un papel secundario.
Género de bacterias grampositivas y aerobias. La mayoría de las especies son de vida libre en el suelo y el agua, pero el hábitat principal para algunas es el tejido enfermo de hospederos de sangre caliente.
Colorante riminofenazínico soluble en grasas utilizado en el tratamiento de la lepra. Ha sido utilizado en investigaciones en combinación con otras sustancias antibacterianas para tratar las infecciones por Mycobacterium avium en pacientes con SIDA. La Clofazimina también tiene un marcado efecto antiinflamatorio y se da para controlar la reacción leprosa, el eritema nodoso lepromatoso (Adaptación del original: AMA Drug Evaluations Annual, 1993, p1619).
Incremento en la reactividad a antígenos específicos mediada no por anticuerpos, sino por células.
Una subclase de los antígenos HLA-D que consiste en cadenas alfa y beta. La herencia de los antígenos HLA-DR difiere de la de los ANTÍGENOS HLA-DQ y HLA-DP.
Principal clase de isotipo de inmunoglobulina en el suero humano normal. Existen algunas subclases del isotipo de IgG, como por ejemplo, IgG1, IgG2A e IgG2B.
Especie de bacterias grampositivas y aerobias que producen TUBERCULOSIS en humanos, otros primates, BOVINOS, PERROS y algunos animales que tienen contacto con el hombre. El crecimiento tiende a ser en masas en forma de cordón, en serpentina, en las que los bacilos muestan una disposición paralela.
Principal interferón producido por LINFOCITOS estimulados mitogénica o antigénicamente. Es estructuralmente diferente del INTERFERON TIPO I y su principal actividad es la inmunoregulación. Se ha implicado en la expresión de los ANTÍGENOS CLASE II DE HISTOCOMPATIBILIDAD en células que normalmente no lo producen, lo que lleva a las ENFERMEDADES AUTOINMUNES.
Leucocitos mononucleares fagocíticos de gran tamaño que se producen en la MEDULA OSEA de los vertebrados y liberados en la SANGRE; contienen un núcleo ovalado grande o algo mellado, rodeado por un citoplasma voluminoso y numerosos organelos.

La lepra tuberculoide, también conocida como lepra polar o lepromatosa lepra, es una forma menos contagiosa y más benigna de la enfermedad de la lepra. Se caracteriza por presentar lesiones cutáneas bien delimitadas, secas, con poca sensibilidad y descamación. A menudo afecta a los nervios periféricos, lo que puede causar debilidad o parálisis en los músculos de las manos y pies. Es una forma localizada de la enfermedad, donde el sistema inmunológico del paciente es capaz de contener la infección bacteriana de Mycobacterium leprae en un área específica del cuerpo. El tratamiento temprano con medicamentos multibacilares puede curar la enfermedad y prevenir complicaciones graves.

La lepra, también conocida como enfermedad de Hansen, es una infección crónica causada por la bacteria Mycobacterium leprae o, más raramente, por Mycobacterium lepromatosis. Se caracteriza clínicamente por lesiones cutáneas hipopigmentadas o eritematosas, anestesia en las áreas afectadas, y, en algunos casos, daño nervioso que puede conducir a discapacidades.

Existen varios tipos de lepra, clasificados según la gravedad de la enfermedad y la respuesta inmunitaria del huésped. Los dos extremos son la lepra tuberculoide (TT), donde hay una buena respuesta inmune y menos bacterias, y la lepra lepromatosa (LL), donde la respuesta inmunitaria es deficiente y hay un gran número de bacterias.

La lepra se propaga principalmente a través de gotitas respiratorias que contienen las bacterias, aunque el contacto cercano y prolongado con una persona infectada es necesario para la transmisión. No es una enfermedad particularmente contagiosa; solo alrededor del 5% de las personas expuestas a M. leprae desarrollarán la enfermedad.

El tratamiento temprano y adecuado con múltiples fármacos antimicrobianos, como dapsona, rifampicina y clofazimina, puede curar la enfermedad y prevenir la discapacidad. La lepra es una enfermedad de declaración obligatoria a nivel mundial, lo que significa que los casos deben ser notificados a las autoridades sanitarias.

La lepra lepromatosa es una forma grave y extensamente diseminada de la enfermedad infecciosa conocida como lepra o hansenosis, causada por la bacteria Mycobacterium leprae. Esta forma particular se caracteriza por un gran número de bacilos de Hansen (los agentes etiológicos) presentes en la piel y los tejidos profundos, lo que resulta en lesiones cutáneas multifocales, infiltración granulomatosa y afectación extensa de los sistemas nervioso periférico, respiratorio e ocular.

La lepra lepromatosa se clasifica como una enfermedad de tipo borderline-lepromatous (BL) o lepromatous leprosy (LL), dependiendo de la cantidad y la localización de las lesiones cutáneas, así como del grado de afectación del sistema inmunológico. Las personas con esta forma de la enfermedad presentan una respuesta inmune celular deficiente, lo que facilita la diseminación generalizada de los bacilos y dificulta el control de la infección.

Los síntomas clínicos de la lepra lepromatosa pueden incluir:

1. Lesiones cutáneas: Manchas, placas o nódulos hipopigmentados o eritematosos en la piel, que a menudo son asimétricas y se distribuyen ampliamente en el cuerpo. Estas lesiones pueden ser anestésicas (sin sensibilidad) debido a la afectación del sistema nervioso periférico.

2. Afección del sistema nervioso periférico: Inflamación y daño de los nervios periféricos, lo que puede causar entumecimiento, hormigueo, dolor o pérdida de sensibilidad en las extremidades afectadas. La afectación de los nervios faciales también es común, resultando en parálisis facial o blefarospasmo (contracciones involuntarias de los músculos que rodean el ojo).

3. Afección del sistema ocular: Inflamación y daño de los tejidos oculares, como la córnea y la conjuntiva, pueden causar sequedad ocular, fotofobia (sensibilidad a la luz) y, en casos graves, pérdida de visión.

4. Afección del sistema auditivo: Inflamación y daño del nervio auditivo puede provocar sordera o zumbidos en los oídos (tinnitus).

5. Linfadenopatía: Agrandamiento de los ganglios linfáticos, especialmente en la región cervical y axilar.

6. Síntomas sistémicos: Fatiga, fiebre, pérdida de apetito y pérdida de peso pueden ocurrir en casos avanzados de lepra lepromatosa.

El diagnóstico de la lepra se realiza mediante examen clínico y pruebas de laboratorio, como el examen microscópico de muestras de piel o biopsia de ganglios linfáticos. El tratamiento temprano es crucial para prevenir complicaciones y discapacidades a largo plazo. La Organización Mundial de la Salud recomienda el uso de la combinación de fármacos multibacilar (CBM) para tratar la lepra, que incluye dapsona, rifampicina y clofazimina durante un período mínimo de 6 a 12 meses. La detección y el tratamiento precoces son esenciales para prevenir la propagación de la enfermedad y reducir las tasas de discapacidad y estigmatización asociadas con ella.

'Mycobacterium leprae' es una bacteria gram-positiva, acidorresistente y delgada que causa la enfermedad infecciosa conocida como lepra o hanseniasis. Es un bacilo aerobio obligado, lo que significa que necesita oxígeno para sobrevivir y multiplicarse. La bacteria se tiñe de color rosa-rojo con la tinción de Ziehl-Neelsen, una prueba de laboratorio utilizada para identificar micobacterias.

'Mycobacterium leprae' es altamente infecciosa y se propaga principalmente a través del contacto prolongado con gotitas que contienen la bacteria, expulsadas por la tos o los estornudos de una persona infectada. La enfermedad afecta predominantemente la piel, los nervios periféricos, las membranas mucosas y, en casos graves, puede causar discapacidad y deformidad si no se trata a tiempo.

La lepra es una enfermedad crónica y potencialmente incapacitante que afecta principalmente a los países en desarrollo de África, Asia y América Latina. Aunque es curable con un tratamiento prolongado con antibióticos, como la dapsona, la rifampicina y la clofazimina, sigue siendo una causa importante de discapacidad y estigma social en algunas comunidades desfavorecidas.

La lepra dimorfa, también conocida como lepra tuberculoide y lepra lepromatosa, es un término usado en la clasificación clínica de la lepra, una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium leprae. La lepra dimorfa se refiere a los dos extremos del espectro clínico de la enfermedad, donde la lepra tuberculoide representa el extremo menos infeccioso y la lepra lepromatosa representa el extremo más infeccioso.

La lepra tuberculoide se caracteriza por la presencia de pocas lesiones cutáneas anularas o maculares con bordes bien definidos, que pueden ser sensibles al tacto y al frío. También puede haber afectación del sistema nervioso periférico, lo que lleva a la pérdida de sensibilidad en las extremidades y a la formación de úlceras y deformidades si no se trata a tiempo.

Por otro lado, la lepra lepromatosa se caracteriza por la presencia de numerosas lesiones cutáneas papulares, nodulares o maculares, que suelen ser indoloras y anestésicas. La afectación del sistema nervioso periférico es menos frecuente en comparación con la lepra tuberculoide, pero cuando ocurre, puede causar graves daños debido a la falta de sensibilidad y al desarrollo de úlceras y deformidades.

La lepra dimorfa se utiliza para describir los diferentes grados de presentación clínica de la enfermedad, lo que ayuda a guiar el tratamiento y el manejo adecuado de los pacientes con lepra.

La lepromina es un antígeno derivado del Mycobacterium leprae, el bacilo que causa la lepra. Se utiliza en las pruebas de diagnóstico de esta enfermedad infecciosa. La reacción a la lepromina se utiliza para clasificar los diferentes tipos de lepra según la respuesta inmunitaria del paciente. Una respuesta fuerte sugiere una forma tuberculoide de la enfermedad, mientras que una respuesta débil indica una forma lepromatosa. La prueba no es específica y puede dar resultados falsos positivos en personas con antecedentes de vacunación contra la tuberculosis o infección por otros tipos de mycobacterias.

El Eritema Nudoso es una enfermedad dermatológica poco frecuente, pero bien documentada, que se caracteriza por la aparición de nódulos y placas eritematosas (enrojecidas) dolorosas, a menudo con vesículas o pústulas en su superficie. Estas lesiones cutáneas suelen aparecer en las partes distales de los miembros inferiores, especialmente sobre los antebrazos, muslos y espinillas, aunque también pueden presentarse en otras áreas del cuerpo como la cara, el tórax y los glúteos.

El término "eritema nudoso" se deriva del latín, donde "eritema" significa enrojecimiento de la piel y "nudoso" se refiere a las nódulos o protuberancias presentes. Esta afección cutánea es más común en adultos jóvenes y tiene una asociación bien establecida con diversas condiciones subyacentes, como infecciones (especialmente por Yersinia enterocolítica), enfermedades autoinmunes (como la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico) y algunos fármacos.

El diagnóstico del eritema nudoso se basa principalmente en los hallazgos clínicos y, a menudo, puede confirmarse mediante análisis de laboratorio que detecten marcadores inflamatorios elevados o la presencia de anticuerpos específicos asociados con las condiciones subyacentes. El tratamiento del eritema nudoso generalmente implica el control de los síntomas y la identificación y tratamiento de la causa subyacente, si es posible. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno o el naproxeno, a menudo se recetan para aliviar el dolor y reducir la inflamación asociada con esta afección. En casos graves o refractarios al tratamiento, pueden considerarse corticosteroides u otros fármacos inmunomoduladores.

En realidad, el término "leprostático" no tiene una definición médica específica. Sin embargo, se podría inferir a partir del término que se refiere a algo relacionado con la glándula prostática, ya que "-le" es un prefijo que significa relativo a y "prostático" se refiere a la glándula prostática. La glándula prostática es una glándula parte del sistema reproductor masculino que produce parte del líquido seminal.

Por lo tanto, cualquier cosa que termine en "-leprostático" probablemente signifique que está relacionado con la glándula prostática o su función. Por ejemplo, un medicamento "leprostático" podría ser un fármaco que actúa sobre la glándula prostática o trata afecciones de la próstata. Pero recuerda, este término no es una definición médica establecida y su uso puede variar.

La lepra multibacilar es una forma más grave y contagiosa de la enfermedad infecciosa conocida como lepra o hansenosis. Esta forma de la enfermedad se caracteriza por la presencia de múltiples bacilos de Mycobacterium leprae en las lesiones cutáneas y los sistemas nerviosos periféricos del paciente.

La infección con M. leprae puede causar daños graves a la piel, los nervios periféricos, los ojos, las membranas mucosas y otros órganos internos si no se trata a tiempo. En la lepra multibacilar, el sistema inmunológico del huésped tiene dificultades para combatir la infección, lo que resulta en un mayor número de bacilos en el cuerpo y una mayor probabilidad de complicaciones graves y discapacidades permanentes.

Los síntomas de la lepra multibacilar pueden incluir lesiones cutáneas anestésicas (sin sensación), pérdida de sensibilidad en las extremidades, debilidad muscular, úlceras, inflamación articular y daño ocular. El diagnóstico se realiza mediante la observación de los síntomas clínicos y la confirmación bacteriológica mediante pruebas de laboratorio, como el examen de muestras de tejido cutáneo para detectar la presencia de bacilos de M. leprae.

El tratamiento de la lepra multibacilar implica la administración de múltiples fármacos antimicrobianos durante un período prolongado, típicamente durante 12 a 24 meses. Los medicamentos utilizados en el tratamiento suelen incluir dapsona, rifampicina y clofazimina. El tratamiento oportuno y adecuado puede ayudar a prevenir la progresión de la enfermedad y reducir el riesgo de discapacidad permanente.

Los antígenos bacterianos son sustancias extrañas o moléculas presentes en la superficie de las bacterias que pueden ser reconocidas por el sistema inmune del huésped. Estos antígenos desencadenan una respuesta inmunitaria específica, lo que lleva a la producción de anticuerpos y la activación de células inmunes como los linfocitos T.

Los antígenos bacterianos pueden ser proteínas, polisacáridos, lipopolisacáridos u otras moléculas presentes en la pared celular o membrana externa de las bacterias. Algunos antígenos son comunes a muchas especies de bacterias, mientras que otros son específicos de una sola especie o cepa.

La identificación y caracterización de los antígenos bacterianos es importante en la medicina y la microbiología, ya que pueden utilizarse para el diagnóstico y la clasificación de las bacterias, así como para el desarrollo de vacunas y terapias inmunes. Además, el estudio de los antígenos bacterianos puede ayudar a entender cómo interactúan las bacterias con su huésped y cómo evaden o modulan la respuesta inmune del huésped.

Un tuberculoma es una lesión específica que se forma en el tejido pulmonar o en otros órganos como consecuencia de la infección por Mycobacterium tuberculosis. Consiste en una masa nodular bien circunscrita, compuesta por granulomas caseificantes, necrosis central y tejido fibroso periférico. Los tuberculomas pueden ser asintomáticos o causar diversos síntomas dependiendo de su tamaño y localización. Pueden encontrarse en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en los pulmones y el sistema nervioso central. El diagnóstico se realiza mediante pruebas de imagenología y análisis de muestras obtenidas por biopsia o punción. El tratamiento suele consistir en una combinación de fármacos antituberculosos durante un período prolongado de tiempo.

Los armadillos son mamíferos nativos de América que se caracterizan por su armadura protectora compuesta de placas óseas recubiertas por escamas duras llamadas "osteodermos". Existen varias especies diferentes, y la mayoría habita en ambientes terrestres y húmedos. Los armadillos son conocidos por su capacidad de enrollarse completamente en una bola cuando se sienten amenazados, lo que proporciona protección a sus partes vulnerables.

En el contexto médico, los armadillos son relevantes porque son uno de los pocos animales conocidos que pueden ser naturalmente infectados con la bacteria Mycobacterium leprae, el agente causal de la lepra o enfermedad de Hansen. Los armadillos desarrollan una forma benigna y no contagiosa de la enfermedad, lo que ha llevado a su uso como modelos animales en la investigación de la lepra.

La transmisión de la lepra entre humanos y armadillos es posible pero rara. Los casos reportados involucran principalmente a personas con sistemas inmunes debilitados, como aquellos que viven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Las autoridades sanitarias recomiendan evitar el contacto directo con armadillos y sus hábitats como medida preventiva contra la lepra.

La lepra paucibacilar (también conocida como lepra tuberculoide) es una forma menos grave y más común de la enfermedad infecciosa llamada lepra. Se caracteriza por presentar pocas lesiones cutáneas y anormalidades nerviosas leves o moderadas. El término "paucibacilar" se refiere al pequeño número (generalmente menos de cinco) de áreas afectadas en la piel y los nervios periféricos.

La lepra paucibacilar es causada por la bacteria Mycobacterium leprae y generalmente tiene un curso clínico más benigno que otras formas de lepra. Los pacientes con esta forma de la enfermedad suelen presentar lesiones cutáneas bien delimitadas, hipopigmentadas o descamativas, a menudo con pérdida de sensibilidad en las áreas afectadas. Además, pueden experimentar debilidad y atrofia muscular leves en los músculos inervados por nervios periféricos afectados.

El diagnóstico diferencial de la lepra paucibacilar incluye otras enfermedades dermatológicas que pueden causar lesiones cutáneas similares, como la psoriasis, la dermatitis seborreica y el liquen plano. El diagnóstico definitivo de lepra paucibacilar requiere pruebas bacteriológicas y clínicas específicas, así como la confirmación por un médico especialista en enfermedades infecciosas o dermatología.

El tratamiento de la lepra paucibacilar generalmente implica la administración de múltiples antibióticos, incluidos rifampicina, dapsona y clofazimina, durante un período prolongado (generalmente de 6 a 12 meses). El tratamiento temprano y oportuno puede prevenir complicaciones graves y reducir el riesgo de transmisión a otras personas.

La dapsona es un fármaco antibacteriano y antiprotozoario que se utiliza principalmente para tratar infecciones causadas por bacterias sensibles, como la neumonía por Pneumocystis jirovecii (anteriormente conocida como Pneumocystis carinii), y algunas infecciones protozoarias, como la dermatitis herpetiforme. Es un miembro de la clase de medicamentos llamados sulfonamidas, pero funciona de manera diferente a otras sulfonamidas. La dapsona inhibe la síntesis de proteínas bacterianas y protozoarias al interferir con la acción del enzima dihidropteroato sintetasa.

En un contexto médico, la dapsona se receta a menudo en forma de comprimidos para su administración por vía oral. Los efectos secundarios comunes incluyen náuseas, vómitos, pérdida de apetito y erupciones cutáneas. Los efectos secundarios más graves pero menos frecuentes pueden incluir anemia hemolítica, neuropatía periférica y hepatotoxicidad. La dapsona no debe usarse durante el embarazo o la lactancia, a menos que sea absolutamente necesario, debido al riesgo potencial de efectos adversos en el feto o el lactante.

Es importante recordar que la dapsona solo debe recetarse y administrarse bajo la supervisión de un profesional médico capacitado, ya que tiene varias interacciones medicamentosas importantes y puede causar reacciones adversas graves en algunas personas.

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano en términos de superficie y peso. Desde un punto de vista médico, la piel se define como un órgano complejo con múltiples capas y funciones vitales. Está compuesta por dos principales componentes: el tejido epitelial (epidermis) y el tejido conectivo (dermis). La epidermis proporciona una barrera protectora contra los patógenos, mientras que la dermis contiene glándulas sudoríparas, folículos pilosos, vasos sanguíinos y nervios.

La piel desempeña varias funciones importantes para la homeostasis y supervivencia del cuerpo humano:

1. Protección: La piel actúa como una barrera física contra los agentes externos dañinos, como bacterias, virus, hongos, toxinas y radiación ultravioleta (UV). También previene la pérdida excesiva de agua y electrolitos del cuerpo.

2. Termorregulación: La piel ayuda a regular la temperatura corporal mediante la sudoración y la vasodilatación o vasoconstricción de los vasos sanguíneos en la dermis.

3. Sensación: Los nervios en la piel permiten detectar estímulos táctiles, térmicos, dolorosos y propioceptivos, lo que nos ayuda a interactuar con nuestro entorno.

4. Immunidad: La piel desempeña un papel crucial en el sistema inmune al proporcionar una barrera contra los patógenos y al contener células inmunes que pueden detectar y destruir microorganismos invasores.

5. Síntesis de vitamina D: La piel contiene una forma de colesterol llamada 7-dehidrocolesterol, que se convierte en vitamina D3 cuando se expone a la luz solar UVB. La vitamina D es importante para la absorción de calcio y el mantenimiento de huesos y dientes saludables.

6. Excreción: Además de la sudoración, la piel también excreta pequeñas cantidades de desechos metabólicos a través de las glándulas sebáceas y sudoríparas apocrinas.

La tuberculosis cutánea (TB cutánea) es una forma menos común de tuberculosis que se manifiesta en la piel. Usualmente, es causada por la infección con Mycobacterium tuberculosis, el mismo agente etiológico responsable de la mayoría de los casos de tuberculosis pulmonar y otros tipos de tuberculosis extrapulmonar. Sin embargo, también puede ser causada por otras micobacterias del complejo Mycobacterium, como M. bovis o M. avium-intracellulare.

La TB cutánea se presenta más comúnmente en personas con sistemas inmunes debilitados, como aquellos que tienen VIH/SIDA, diabetes o están bajo tratamiento inmunosupresor. También puede ocurrir después de una exposición prolongada al bacilo de la tuberculosis en entornos laborales, como hospitales y clínicas.

Existen varias formas clínicas de presentación de la tuberculosis cutánea, incluyendo:

1. Tuberculosis cutánea escrofulosa: Esta forma afecta principalmente a niños y se caracteriza por la aparición de nódulos indoloros, abscesos y úlceras en áreas como cuello, axilas e ingles.

2. Tuberculosis cutánea miliar: Se presenta con pequeñas lesiones papulonodulares (gránulos) dispersas en la piel, simulando el aspecto de "miliario" o granos de trigo esparcidos.

3. Tuberculosis cutánea luposa: Es una reacción hipersensible a la tuberculosis que se manifiesta como placas eritematosas (enrojecidas) y escamosas en la piel, especialmente en las extremidades inferiores.

4. Tuberculosis cutánea verrucosa: Se presenta como úlceras o costras verrugosas en áreas expuestas al trauma, como manos y pies.

5. Tuberculosis cutánea gangrenosa: Es una forma agresiva que se caracteriza por la aparición de úlceras necróticas (gangrena) con bordes irregulares y malolientes.

El diagnóstico de tuberculosis cutánea se realiza mediante pruebas como biopsia cutánea, cultivo de muestras y pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar Mycobacterium tuberculosis. El tratamiento consiste en la administración de antibióticos antituberculosos, como isoniacida, rifampicina, pirazinamida y etambutol, durante un período prolongado (generalmente seis meses o más). La cirugía puede ser necesaria en casos graves o cuando las lesiones no responden al tratamiento médico.

Un granuloma es una acumulación específica de células inflamatorias, principalmente macrófagos, en un proceso de reacción inflamatoria crónica. Estas células se agrupan juntas para aislar y neutralizar materiales extraños o sustancias nocivas que no pueden ser eliminadas fácilmente por los mecanismos normales del sistema inmunológico. Los granulomas suelen ocurrir en respuesta a bacterias persistentes, como la tuberculosis y la lepra, aunque también pueden formarse en respuesta a otros estímulos, como partículas extrañas, sustancias químicas tóxicas o incluso enfermedades autoinmunes. La apariencia histopatológica de un granuloma típicamente incluye una capa de macrófagos activados llamados células epitelioides rodeadas por linfocitos y células plasmáticas. En ocasiones, los granulomas pueden evolucionar hacia cicatrización y fibrosis.

Los anticuerpos antibacterianos son inmunoglobulinas producidas por el sistema inmune en respuesta a la presencia de una bacteria específica. Estos anticuerpos se unen a los antígenos bacterianos, como proteínas o polisacáridos presentes en la superficie de la bacteria, lo que desencadena una serie de eventos que pueden llevar a la destrucción y eliminación de la bacteria invasora.

Existen diferentes tipos de anticuerpos antibacterianos, incluyendo IgA, IgM e IgG, cada uno con funciones específicas en la respuesta inmunitaria. Por ejemplo, los anticuerpos IgA se encuentran principalmente en las secreciones corporales como la saliva y las lágrimas, mientras que los anticuerpos IgM son los primeros en aparecer durante una infección bacteriana y activan el sistema del complemento. Los anticuerpos IgG, por otro lado, son los más abundantes en el torrente sanguíneo y pueden neutralizar toxinas bacterianas y facilitar la fagocitosis de las bacterias por células inmunes como los neutrófilos y los macrófagos.

La producción de anticuerpos antibacterianos es un componente importante de la respuesta adaptativa del sistema inmune, lo que permite al cuerpo desarrollar una memoria inmunológica específica contra patógenos particulares y proporcionar protección a largo plazo contra futuras infecciones.

Los glucolípidos son lípidos complejos que consisten en un carbohidrato unido a un lipídido no graso, generalmente un ácido graso o esfingosina. El carbohidrato puede ser una molécula de glucosa, galactosa o neuraminic acid, y está unido al lipídido a través de un enlace glucosídico. Los glucolípidos se encuentran en la membrana plasmática de células animales y desempeñan un papel importante en la interacción celular y el reconocimiento de patógenos. También participan en procesos como la señalización celular y la homeostasis lipídica.

La vacuna BCG, abreviatura de Bacillus Calmette-Guérin, es una vacuna utilizada principalmente para prevenir la tuberculosis (TB). Está hecha a partir de una cepa atenuada (que no causa la enfermedad) del bacilo Mycobacterium bovis.

La vacuna BCG se administra generalmente por inyección justo debajo de la piel y funciona estimulando el sistema inmunológico para que desarrolle una protección contra la TB. Sin embargo, su eficacia varía y no siempre previene la enfermedad completamente. Es más efectivo en la prevención de formas graves de tuberculosis, especialmente en niños, como la meningitis y la tuberculosis disseminada.

La vacuna BCG también se utiliza a veces en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer de vejiga porque puede ayudar a reforzar el sistema inmunológico y combatir las células cancerosas.

Es importante notar que la vacuna BCG no proporciona una protección completa contra la tuberculosis y que las personas que han sido vacunadas aún pueden infectarse con el bacilo de la TB y desarrollar la enfermedad. Además, la vacuna BCG puede dar un resultado positivo en las pruebas cutáneas de la TB, lo que puede complicar el diagnóstico de una infección activa de TB.

Los linfocitos T, también conocidos como células T, son un tipo importante de glóbulos blancos que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico adaptativo. Se originan y maduran en el timo antes de circular por todo el cuerpo a través de la sangre y los ganglios linfáticos.

Existen varios subconjuntos de linfocitos T, cada uno con diferentes funciones específicas:

1. Linfocitos T citotóxicos (CD8+): Estas células T pueden destruir directamente las células infectadas o cancerosas mediante la liberación de sustancias tóxicas.

2. Linfocitos T helper (CD4+): Ayudan a activar y regular otras células inmunes, como macrófagos, linfocitos B y otros linfocitos T. También desempeñan un papel importante en la respuesta inmune contra patógenos extracelulares.

3. Linfocitos T supresores o reguladores (Tregs): Estas células T ayudan a moderar y equilibrar la respuesta inmunológica, evitando así reacciones excesivas o daño autoinmune.

4. Linfocitos T de memoria: Después de que un organismo ha sido expuesto a un patógeno específico, algunos linfocitos T se convierten en células de memoria a largo plazo. Estas células pueden activarse rápidamente si el mismo patógeno vuelve a infectar al individuo, proporcionando inmunidad adaptativa.

En resumen, los linfocitos T son un componente esencial del sistema inmunológico adaptativo, responsables de la detección, destrucción y memoria de patógenos específicos, así como de la regulación de las respuestas inmunitarias.

La activación de linfocitos es un proceso fundamental del sistema inmunológico en el que se activan los linfocitos T y B para desencadenar una respuesta inmune específica contra agentes extraños, como virus, bacterias o sustancias extrañas.

Los linfocitos son un tipo de glóbulos blancos que juegan un papel clave en la respuesta inmunitaria adaptativa del cuerpo. Cuando un antígeno (una sustancia extraña) entra en el cuerpo, es capturado y presentado a los linfocitos T y B por células presentadoras de antígenos, como las células dendríticas.

Este proceso de presentación de antígenos desencadena la activación de los linfocitos T y B, lo que lleva a su proliferación y diferenciación en células efectoras especializadas. Las células T efectoras pueden destruir directamente las células infectadas o producir citocinas para ayudar a coordinar la respuesta inmunitaria. Por otro lado, las células B efectoras producen anticuerpos específicos que se unen al antígeno y lo neutralizan o marcan para su destrucción por otras células del sistema inmune.

La activación de linfocitos está regulada cuidadosamente para garantizar una respuesta inmunitaria adecuada y evitar la activación excesiva o no deseada, lo que podría conducir a enfermedades autoinmunes o inflamatorias.

'Mycobacterium bovis' es una especie de bacteria Mycobacterium que generalmente infecta a ganado y otros animales, causando tuberculosis bovina. También puede infectar a los seres humanos, particularmente a aquellos en contacto cercano con el ganado o consumiendo productos lácteos no pasteurizados contaminados. La bacteria es resistente a los métodos de desinfección comunes y puede sobrevivir durante largos períodos en el medio ambiente. En humanos, las infecciones por 'Mycobacterium bovis' suelen ocurrir en forma de tuberculosis extrapulmonar, afectando principalmente los ganglios linfáticos y el sistema esquelético. El diagnóstico requiere pruebas especializadas, como cultivo de muestras clínicas o detección de ADN bacteriano mediante técnicas moleculares. El tratamiento suele implicar una combinación de antibióticos durante un largo período, ya que la bacteria puede ser resistente a algunos medicamentos. La prevención incluye la pasteurización de productos lácteos y el control de la tuberculosis en ganado.

La inmunidad celular es una forma de respuesta inmune adaptativa que involucra la activación de células T, también conocidas como linfocitos T, para destruir directa o indirectamente las células infectadas por patógenos o células cancerosas. La activación de estas células se produce en el timo (por eso el término "T" en células T) y luego migran a los tejidos periféricos donde pueden detectar células anormales.

Hay dos tipos principales de células T: las células T helper (Th) y las células citotóxicas (TC). Las células Th ayudan a activar otras células inmunes, como macrófagos y células B, mientras que las TC pueden destruir directamente las células infectadas o tumorales.

La inmunidad celular juega un papel crucial en la protección contra virus y bacterias intracelulares, así como en la lucha contra el cáncer. La memoria inmune también es una característica clave de la inmunidad celular, lo que significa que después de la exposición a un patógeno específico, el sistema inmune puede recordarlo y responder más rápida y eficazmente en futuras exposiciones.

'Mycobacterium' es un género de bacterias gram positivas, aeróbicas y generalmente no móviles. Se caracterizan por su capa externa única y resistente llamada micólido, la cual proporciona una alta resistencia a los desinfectantes y ácidos. Algunas especies de este género son patógenos importantes para los humanos y animales, causando enfermedades como tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis) y lepra (Mycobacterium leprae). Otras especies se encuentran en el medio ambiente y pueden causar infecciones oportunistas en humanos con sistemas inmunes debilitados. Estas bacterias suelen sobrevivir en ambientes húmedos y ácidos, como el agua potable y el suelo.

La clofazimina es un fármaco antibiótico de uso principalmente en el tratamiento de la lepra, también conocida como hanseniasis. Es eficaz contra Mycobacterium leprae, la bacteria que causa esta enfermedad infecciosa. La clofazimina tiene propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas, lo que la hace útil para tratar los síntomas cutáneos e incluso neurológicos de la lepra.

El mecanismo de acción de la clofazimina se relaciona con su capacidad para inhibir la biosíntesis del ácido micólico en la pared celular de las micobacterias, lo que resulta en una interrupción de la integridad y función bacterianas. Además, como agente antiinflamatorio, puede ayudar a controlar la respuesta inmunitaria excesiva que contribuye a los síntomas de la lepra.

La clofazimina se administra por vía oral y generalmente se toma una vez al día o dos veces por semana, según las recomendaciones del médico. Los efectos secundarios pueden incluir náuseas, dolores de cabeza, erupciones cutáneas y cambios en la coloración de la piel y los tejidos (como una coloración roja-anaranjada en la piel, las mucosas y el sudor). Aunque raramente, se han informado casos de daño hepático.

A pesar de que la clofazimina es eficaz contra M. leprae, no se recomienda como tratamiento único para la enfermedad. Por lo general, se utiliza junto con otros antibióticos, como la dapsona y la rifampicina, en un régimen multimedicamentoso durante un período prolongado (hasta 24 meses) para garantizar una erradicación completa de la bacteria y prevenir recaídas.

La hipersensibilidad retardada, también conocida como tipo IV hipersensibilidad o reacción de células T tardía, es un tipo de respuesta inmunitaria mediada por células que ocurre después de un período de latencia. Esto significa que los síntomas no aparecen inmediatamente después del contacto con el antígeno, sino que pueden demorar horas o incluso días en desarrollarse.

Este tipo de hipersensibilidad es desencadenado por la presentación de un antígeno a las células T CD4+ (linfocitos T helper) por parte de las células presentadoras de antígenos (APC), como los macrófagos. Después de la activación, las células T CD4+ secretan citokinas que reclutan y activan otras células inmunes, lo que lleva a una respuesta inflamatoria y daño tisular.

La hipersensibilidad retardada se asocia comúnmente con enfermedades como la tuberculosis, la lepra y la dermatitis de contacto. En estas condiciones, el sistema inmunológico reacciona exageradamente a los antígenos extraños o propios, lo que resulta en una respuesta inflamatoria dañina para el tejido.

En definitiva, la hipersensibilidad retardada es un tipo de respuesta inmunitaria mediada por células que se produce después de un período de latencia y está asociada con enfermedades como la tuberculosis y la dermatitis de contacto.

Los antígenos HLA-DR son un tipo de proteínas presentes en la superficie de las células humanas, específicamente en el complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) de clase II. Forman parte del sistema inmunitario y desempeñan un papel crucial en la presentación de antígenos a los linfocitos T helper, una subpoblación de glóbulos blancos que juegan un rol central en la respuesta inmunitaria adaptativa.

Los antígenos HLA-DR son altamente polimórficos, lo que significa que existen muchas variaciones diferentes de estas proteínas en la población humana. Esta diversidad genética permite una mejor capacidad del sistema inmune para reconocer y responder a una amplia gama de patógenos.

La determinación de los antígenos HLA-DR es importante en el contexto de trasplantes de órganos y tejidos, ya que desempeñan un papel fundamental en la compatibilidad entre donante y receptor. La presencia de incompatibilidades entre los antígenos HLA-DR del donante y el receptor puede aumentar el riesgo de rechazo del injerto y disminuir la supervivencia del trasplante.

La Inmunoglobulina G (IgG) es un tipo de anticuerpo, una proteína involucrada en la respuesta inmune del cuerpo. Es el tipo más común de anticuerpos encontrados en el torrente sanguíneo y es producida por células B plasmáticas en respuesta a la presencia de antígenos (sustancias extrañas que provocan una respuesta inmunitaria).

La IgG se caracteriza por su pequeño tamaño, solubilidad y capacidad de cruzar la placenta. Esto último es particularmente importante porque proporciona inmunidad pasiva a los fetos y recién nacidos. La IgG desempeña un papel crucial en la neutralización de toxinas, la aglutinación de bacterias y virus, y la activación del complemento, un sistema de proteínas que ayuda a eliminar patógenos del cuerpo.

Hay cuatro subclases de IgG (IgG1, IgG2, IgG3 e IgG4) que difieren en su estructura y función específicas. Las infecciones bacterianas y virales suelen inducir respuestas de IgG, lo que hace que este tipo de anticuerpos sea particularmente importante en la protección contra enfermedades infecciosas.

'Mycobacterium tuberculosis' es un tipo específico de bacteria que causa la enfermedad conocida como tuberculosis (TB). Es parte del complejo Mycobacterium tuberculosis (MTBC), que también incluye otras subespecies mycobacteriales relacionadas que pueden causar enfermedades similares.

Estas bacterias tienen una pared celular única rica en lípidos, lo que les confiere resistencia a muchos antibióticos y desinfectantes comunes. Son capaces de sobrevivir dentro de las células huésped durante períodos prolongados, lo que dificulta su eliminación por parte del sistema inmunológico.

La transmisión de Mycobacterium tuberculosis generalmente ocurre a través del aire, cuando una persona infectada con TB activa tose, estornuda, habla o canta, dispersando las gotitas infecciosas que contienen las bacterias. La infección puede ocurrir si alguien inspira esas gotitas y las bacterias ingresan a los pulmones.

Después de la inhalación, las bacterias pueden multiplicarse y provocar una infección activa o permanecer latentes dentro del cuerpo durante años sin causar síntomas. Solo alrededor del 5-10% de las personas infectadas con TB latente desarrollarán tuberculosis activa, que puede afectar no solo los pulmones sino también otros órganos y tejidos.

El diagnóstico de Mycobacterium tuberculosis generalmente implica pruebas de laboratorio, como el examen microscópico de esputo o líquido corporal, cultivo bacteriano y pruebas moleculares de detección de ADN. El tratamiento suele requerir una combinación de múltiples antibióticos durante varios meses para garantizar la erradicación completa de las bacterias y prevenir la resistencia a los medicamentos.

El interferón gamma (IFN-γ) es una citocina que pertenece a la familia de las interleucinas y es fundamental en la respuesta inmunitaria adaptativa. Es producido principalmente por los linfocitos T activados (CD4+ Th1 y CD8+), células NK y células NKT.

La función principal del IFN-γ es regular las respuestas inmunitarias, actuando como un potente mediador en la defensa contra virus, bacterias intracelulares y protozoos. Además, desempeña un papel crucial en la activación de macrófagos, aumentando su capacidad microbicida y fosforilando las proteínas asociadas a la presentación de antígenos, lo que mejora la presentación de péptidos a los linfocitos T.

El IFN-γ también participa en la regulación de la diferenciación y función de diversas células inmunes, como linfocitos B, monocitos, macrófagos y células dendríticas. Otras funciones importantes del IFN-γ incluyen la inducción de la apoptosis en células tumorales, inhibición de la replicación viral y modulación de la respuesta inflamatoria.

La disfunción o deficiencia en la producción o señalización de IFN-γ se ha relacionado con un mayor riesgo de infecciones recurrentes, especialmente por micobacterias y otros patógenos intracelulares, así como con un aumento en la susceptibilidad al desarrollo de cáncer y enfermedades autoinmunes.

Los monocitos son glóbulos blancos (leucocitos) que forman parte del sistema inmunitario y desempeñan un papel crucial en la respuesta inmunitaria. Son producidos en la médula ósea y posteriormente circulan por el torrente sanguíneo, donde representan alrededor del 5-10% de los leucocitos totales.

Los monocitos tienen un tamaño relativamente grande (entre 12-20 micrómetros de diámetro) y presentan un núcleo irregularmente lobulado o reniforme. Carecen de gránulos específicos en su citoplasma, a diferencia de otros leucocitos como los neutrófilos o las eosinófilos.

Una vez que los monocitos entran en tejidos periféricos, se diferencian en macrófagos y células dendríticas, que desempeñan funciones importantes en la fagocitosis (ingestión y destrucción) de agentes patógenos, la presentación de antígenos a las células T y la regulación de respuestas inflamatorias.

En definitiva, los monocitos son un tipo de glóbulos blancos que desempeñan un papel fundamental en el sistema inmunitario, participando en la eliminación de patógenos y en la modulación de respuestas inflamatorias.

No hay FAQ disponibles para "lepra tuberculoide"

No hay imágenes disponibles para "lepra tuberculoide"