Nervio Vestibular
Vestíbulo del Laberinto
Núcleos Vestibulares
Nervio Abducens
Canales Semicirculares
Reflejo Vestibuloocular
Enfermedades Vestibulares
Nervio Vestibulococlear
Membrana Otolítica
Sáculo y Utrículo
Chinchilla
Neuroma Acústico
Movimientos de la Cabeza
Pruebas de Función Vestibular
Rotación
Vías Aferentes
Estimulación Eléctrica
Gatos
Nervio Ciático
Nervios Periféricos
Nervio Óptico
Fibras Nerviosas
Potenciales de Acción
Enciclopedias como Asunto
Enfermedades del Nervio Vestibulococlear
El nervio vestibular es la rama del nervio craneal VIII (nervio vestibulococlear o nervio auditivo), que se encarga específicamente de transmitir los impulsos nerviosos desde el sistema vestibular en el oído interno al cerebro. El sistema vestibular es responsable del mantenimiento del equilibrio y la orientación espacial.
El nervio vestibular consta de dos ramas principales: el nervio superior y el nervio inferior, cada uno de los cuales se conecta con diferentes partes del sistema vestibular (los canales semicirculares y los otolitos). Estos nervios transportan información sobre la aceleración y la rotación de la cabeza a varias estructuras en el cerebro, incluidos el cerebelo y el tronco del encéfalo, donde se procesa esta información para ayudar a controlar los movimientos oculares, la postura y la coordinación muscular.
Las afecciones que dañan el nervio vestibular pueden causar vértigo, mareos, inestabilidad y problemas de equilibrio.
El vestíbulo del laberinto, en términos médicos, se refiere a la estructura de la oreja interna. Es la parte inicial y más ancha del conducto auditivo interior y conduce al canal semicircular lateral. El vestíbulo del laberinto contiene los utrículo y sáculo, que son órganos del equilibrio. Estas estructuras contienen líquido y cilios que ayudan a detectar la posición y el movimiento de la cabeza. Los cambios en la posición o el movimiento de la cabeza hacen que el líquido se mueva, lo que hace que los cilios se doblen y envíen señales al cerebro sobre el movimiento. Esta información es procesada junto con las señales visuales y propioceptivas para mantener el equilibrio y la postura del cuerpo.
Los núcleos vestibulares son grupos de neuronas situadas en el tronco del encéfalo que reciben información sensorial del sistema vestibular, el cual está compuesto por los órganos de equilibrio localizados en el oído interno. Los núcleos vestibulares procesan esta información y la utilizan para controlar los reflejos que nos ayudan a mantener el equilibrio y la postura, así como también para generar respuestas oculares que estabilizan las imágenes en la retina durante los movimientos de la cabeza. Existen cuatro núcleos vestibulares principales: el núcleo vestibular superior, el núcleo vestibular inferior, el núcleo medial y el núcleo lateral.
El sexto par craneal, también conocido como el nervio abducente, es un nervio motor que desempeña un papel crucial en el control de los movimientos oculares. Se origina en el bulbo raquídeo en la región cervicomedular del tronco encefálico.
El nervio abducente innerva al músculo recto lateral, que es responsable de la abducción ocular, es decir, el movimiento del ojo hacia afuera desde la posición central. Los déficits en la función del nervio abducente pueden resultar en una condición llamada parálisis del sexto nervio, donde el paciente experimenta diplopia (visión doble) y strabismus (desalineación ocular).
La lesión del nervio abducens puede deberse a diversas causas, que incluyen traumatismos craneales, compresiones nerviosas por tumores o aneurismas, enfermedades infecciosas como meningitis o neuritis, y procesos degenerativos como la esclerosis múltiple.
Los canales semicirculares son parte del sistema vestibular en el oído interno y desempeñan un papel importante en el mantenimiento del equilibrio y la detección de movimientos espaciales. Están formados por tres tubos semicirculares llenos de líquido, ubicados en tres planos diferentes (horizontal, superior-anterior y posterior-inferior) dentro del laberinto vestibular.
Cuando la cabeza se mueve, el líquido dentro de estos canales también se mueve, estimulando los receptores sensoriales en sus paredes. Estos receptores envían señales al cerebro sobre la velocidad y dirección del movimiento, lo que ayuda al cuerpo a mantener el equilibrio y orientarse en el espacio.
Los canales semicirculares funcionan junto con otros componentes del sistema vestibular, como el utrículo y el sáculo, para proporcionar información precisa sobre la posición y el movimiento del cuerpo. Las afecciones que dañan los canales semicirculares o el sistema vestibular en general pueden causar vértigo, mareos, inestabilidad y dificultad para mantener el equilibrio.
El reflejo vestibulo-ocular (RVO) es un reflejo involuntario del cuerpo que ayuda a estabilizar la imagen en la retina durante el movimiento de la cabeza. Está mediado por el sistema vestibular en el oído interno y los músculos oculares. Cuando la cabeza se mueve, los canales semicirculares en el oído interno detectan este movimiento y envían señales al cerebro. El cerebro luego envía señales a los músculos oculares para contraerse y mover los ojos en dirección opuesta al movimiento de la cabeza, lo que ayuda a mantener la imagen enfocada y estable en la retina. De esta manera, el RVO es fundamental para la visión y el equilibrio.
Las enfermedades vestibulares se refieren a un grupo de trastornos que afectan el sistema vestibular, que es responsable del mantenimiento del equilibrio y la orientación espacial. Este sistema incluye los órganos del equilibrio en el oído interno, los nervios que conectan estos órganos con el cerebro, y las partes del cerebro que procesan la información recibida.
Las enfermedades vestibulares pueden causar síntomas como vértigo (una sensación de giratorio o movimiento), desequilibrio, mareos, náuseas, vómitos y dificultad para concentrarse o recordar cosas. Pueden ser el resultado de una lesión, infección, envejecimiento, o incluso algunos medicamentos. Algunos ejemplos comunes de enfermedades vestibulares incluyen la enfermedad de Ménière, laberintitis, neuronitis vestibular, y la enfermedad de los canales semicirculares.
El tratamiento para las enfermedades vestibulares depende del tipo y gravedad del trastorno. Puede incluir maniobras de reposicionamiento, fisioterapia vestibular, medicamentos para aliviar los síntomas, o incluso cirugía en casos graves. Es importante buscar atención médica si se experimentan síntomas de una enfermedad vestibular, ya que pueden aumentar el riesgo de caídas y lesiones.
El nervio vestibulococlear, también conocido como el octavo par craneal o nervio auditivo, es un nervio mixto que consta de dos divisiones: la división vestibular y la división coclear.
1. La división vestibular es responsable del mantenimiento del equilibrio y la posición espacial del cuerpo. Transmite los impulsos nerviosos desde el sistema vestibular en el oído interno (los otolitos y los canales semicirculares) al cerebro.
2. La división coclear, también llamada cochleara, se encarga de la audición. Transmite los impulsos nerviosos desde la cóclea en el oído interno (el órgano de Corti) al cerebro.
En resumen, el nervio vestibulococlear es responsable de procesar tanto la información auditiva como la del equilibrio y enviarla al cerebro para su interpretación y respuesta apropiada.
La membrana otolítica, también conocida como membrana otoconial o membrana de los otolitos, es una estructura pequeña y gelatinosa dentro del utrículo y el sáculo en el sistema vestibular del oído interno de los mamíferos. Está compuesta por una capa de células epiteliales cubiertas por una matriz extracelular rica en otoconias, que son pequeños cristales de carbonato de calcio.
La función principal de la membrana otolítica es ayudar en el mantenimiento del equilibrio y la detección de la aceleración lineal y la gravedad. Cuando la cabeza se mueve, los otolitos desplazan la membrana, estimulando las células ciliadas circundantes y enviando señales al cerebro sobre la posición y el movimiento del cuerpo.
La disfunción o daño en la membrana otolítica puede llevar a diversos síntomas de vértigo, desequilibrio y náuseas.
En el campo de la medicina, especialmente en relación con el sistema vestibular del oído interno, los términos 'sáculo' y 'utrículo' se refieren a dos pequeñas estructuras sac-like.
El sáculo es una bolsa membranosa llena de líquido que contiene cristales de carbonato de calcio, conocidos como otolitos o estatolitos. Estos otolitos proporcionan al sáculo un sistema de detección de la gravedad y los movimientos lineales.
Por otro lado, el utrículo también es una bolsa membranosa llena de líquido con otolitos en su parte interior. Sin embargo, a diferencia del sáculo, el utrículo detecta los movimientos angulares además de la gravedad.
Ambos, el sáculo y el utrículo, son partes importantes del sistema vestibular que contribuyen a mantener el equilibrio y la postura del cuerpo.
No hay una definición médica específica para "chinchilla". Las chinchillas son roedores pequeños originarios de América del Sur que a veces se mantienen como mascotas. En un contexto médico, una chinchilla podría utilizarse en investigación o pruebas de laboratorio. Sin embargo, no hay ninguna condición médica o tratamiento específico asociado con la palabra "chinchilla".
El neuroma acústico, también conocido como schwannoma vestibular, es un tipo específico de tumor benigno que se origina en el nervio auditivo o nervio vestibular (que son parte del octavo par craneal). Este tumor está compuesto por células de Schwann, las cuales producen la mielina, la sustancia grasa que recubre y protege los nervios.
El neuroma acústico generalmente se desarrolla en el ganglio de Scarpa, la zona donde el nervio vestibular se divide en sus dos ramas: el nervio coclear y el nervio vestibular propiamente dicho. A medida que el tumor crece, puede comprimir los nervios adyacentes, lo que puede causar diversos síntomas.
Los síntomas más comunes del neuroma acústico incluyen:
1. Pérdida auditiva unilateral (en un solo oído) gradual y progresiva.
2. Zumbido o pitidos en el oído afectado (tinnitus).
3. Sensación de plenitud o presión en el oído afectado.
4. Problemas de equilibrio y coordinación.
5. Mareos o vértigos, especialmente al cambiar de posición rápidamente.
6. Debilidad facial leve o parálisis facial en casos avanzados.
El diagnóstico de un neuroma acústico se realiza mediante una combinación de pruebas, como la audiometría, la resonancia magnética nuclear (RMN) y, en algunos casos, la biopsia del tumor. El tratamiento puede incluir la observación periódica, la radioterapia o la cirugía para extirpar el tumor, dependiendo del tamaño, el crecimiento y los síntomas asociados.
En términos médicos, los "movimientos de la cabeza" se refieren a las diversas formas en que una persona puede mover su cabeza en diferentes direcciones y rangos de movimiento. Estos movimientos son posibles gracias a la compleja interacción entre los músculos del cuello, los huesos del cráneo y la columna vertebral superior (la parte conocida como el Atlas yAxis), los ligamentos y los nervios.
Hay cuatro movimientos principales de la cabeza:
1. Flexión: Este es un movimiento hacia adelante, como cuando una persona inclina la cabeza para mirar hacia abajo.
2. Extensión: Se trata de un movimiento hacia atrás, como cuando alguien mira hacia arriba.
3. Rotación: Es el movimiento de giro de la cabeza a un lado u otro, como cuando una persona dice "no" o simplemente mira sobre su hombro.
4. Inclinación lateral: Se trata del movimiento de inclinar la oreja hacia el hombro, como cuando una persona escucha atentamente o simplemente mira hacia un lado.
Cualquier problema o condición que afecte los músculos, huesos, ligamentos o nervios en el cuello puede causar limitaciones o restricciones en estos movimientos de la cabeza. Por lo tanto, los médicos y fisioterapeutas a menudo evalúan los rangos y calidad de movimiento de la cabeza al realizar un examen físico.
Las pruebas de función vestibular son un conjunto de procedimientos diagnósticos utilizados para evaluar el sistema vestibular, que es responsable del mantenimiento del equilibrio y la orientación espacial. Estas pruebas pueden ayudar a identificar cualquier disfunción o daño en los órganos vestibulares, los canales semicirculares y el nervio vestibular.
Las pruebas de función vestibular generalmente incluyen:
1. **Prueba de Romberg**: El paciente se para con los pies juntos y los ojos cerrados. La incapacidad de mantener el equilibrio puede indicar una disfunción vestibular.
2. **Prueba de Dix-Hallpike**: El médico mueve rápidamente la cabeza del paciente hacia atrás y luego lo acuesta sobre un lado. La presencia de nistagmus (movimientos involuntarios de los ojos) indica una posible afectación del sistema vestibular.
3. **Pruebas calóricas**: Se introduce agua caliente o fría en el oído del paciente para estimular el sistema vestibular. La respuesta desigual entre los dos oídos puede sugerir un problema en el sistema vestibular.
4. **Posturografía**: El paciente se para sobre una plataforma especial que registra los movimientos corporales mientras se le presentan diferentes estímulos visuales y auditivos. Esta prueba mide la capacidad del paciente para mantener el equilibrio en diversas situaciones.
5. **Pruebas de seguimiento ocular**: Se utilizan para evaluar la capacidad de los músculos oculares para seguir objetos en movimiento, lo que está controlado por el sistema vestibular.
Estas pruebas ayudan al médico a diagnosticar condiciones como la enfermedad de Ménière, la neuritis vestibular, la laberintitis y los daños en el oído interno o en el nervio vestibular.
En el contexto médico, la rotación se refiere al movimiento en el que un objeto gira o se mueve alrededor de un eje fijo. Este término se utiliza a menudo en anatomía y fisiología para describir el movimiento de ciertas partes del cuerpo. Por ejemplo, la rotación del antebrazo ocurre cuando el hueso inferior del brazo (el radio) gira alrededor de su eje, cambiando la orientación del antebrazo y la mano en el espacio.
También se utiliza en farmacología para describir el cambio en la posición de un paciente durante el tratamiento con terapias específicas, como la terapia intratecal o la quimioterapia, con el fin de maximizar su eficacia y minimizar los efectos secundarios.
En otro contexto, la rotación se refiere al proceso de asignar a los estudiantes de medicina y a los residentes a diferentes unidades clínicas o especialidades durante sus estudios y formación, con el objetivo de adquirir una amplia gama de habilidades y experiencia clínica.
En términos médicos, las vías aferentes se refieren a los nervios o trayectos nerviosos que llevan los impulsos sensoriales desde los órganos sensoriales y tejidos periféricos hacia el sistema nervioso central. Estos impulsos incluyen estímulos relacionados con los sentidos, como la visión, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, así como también señales de dolor, temperatura, presión y otras sensaciones corporales. Las vías aferentes transmiten esta información al cerebro y la médula espinal, donde se procesan y se toman decisiones motoras y cognitivas en respuesta a esos estímulos.
La estimulación eléctrica es una técnica médica que utiliza corrientes eléctricas para activar o inhibir ciertos procesos fisiológicos en el cuerpo. Se aplica directamente sobre los tejidos u órganos, o indirectamente a través de electrodos colocados sobre la piel.
Existen diferentes tipos de estimulación eléctrica, dependiendo del objetivo y la zona a tratar. Algunos ejemplos incluyen:
1. Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS): se utiliza para aliviar el dolor crónico mediante la estimulación de los nervios que transmiten las señales dolorosas al cerebro.
2. Estimulación sacra posterior (PSF): se emplea en el tratamiento de la incontinencia urinaria y fecal, así como del dolor pélvico crónico. Consiste en la estimulación de los nervios sacros localizados en la base de la columna vertebral.
3. Estimulación cerebral profunda (DBS): se utiliza en el tratamiento de enfermedades neurológicas como la enfermedad de Parkinson, la distonía y los trastornos obsesivo-compulsivos graves. Implica la implantación quirúrgica de electrodos en áreas específicas del cerebro, conectados a un generador de impulsos eléctricos colocado bajo la piel del tórax o del abdomen.
4. Estimulación muscular eléctrica funcional (FES): se emplea en el tratamiento de lesiones de la médula espinal y otras afecciones neurológicas que causan parálisis o pérdida del control muscular. La estimulación eléctrica se utiliza para activar los músculos y mejorar la movilidad y la función.
5. Cardioversión y desfibrilación: son procedimientos médicos que utilizan impulsos eléctricos controlados para restaurar un ritmo cardíaco normal en personas con arritmias graves o potencialmente mortales.
En resumen, la estimulación eléctrica se utiliza en una variedad de aplicaciones clínicas, desde el tratamiento de trastornos neurológicos y musculoesqueléticos hasta la restauración del ritmo cardíaco normal. Los diferentes métodos de estimulación eléctrica implican la aplicación de impulsos controlados a diferentes tejidos y órganos, con el objetivo de mejorar la función y aliviar los síntomas asociados con diversas condiciones médicas.
Lo siento, hay alguna confusión en su consulta. La palabra "gatos" generalmente se refiere a los animales domésticos del género Felis. Sin embargo, si está utilizando la palabra como un acrónimo médico, necesitaría especificar qué quiere decir porque los acrónimos pueden representar diferentes cosas en el campo médico.
Si usted está preguntando sobre una afección médica que involucre al gato (el animal), podría haber varias condiciones médicas que afectan a este animal, como la enfermedad renal crónica en gatos, el virus de la leucemia felina, el virus de la inmunodeficiencia felina, etc.
Si tiene una pregunta específica sobre alguna afección médica o si quiere decir algo diferente con 'GATOS', por favor, proporcione más contexto o clarifique su consulta.
El nervio ciático, en términos médicos, es el nervio más largo y grande del cuerpo humano. Se origina en la región lumbar de la columna vertebral a partir de los segmentos nerviosos L4 a S3 (es decir, las raíces nerviosas de las vértebras lumbares 4, 5 y sacras 1-3). El nervio ciático se compone de dos divisiones principales: la división posterior (formada por el nervio tibial y el nervio fibular profundo o peroneo) y la división anterior (que contiene ramas cutáneas y articulares).
Este nervio desciende por la parte posterior del muslo, pasando entre los músculos isquiotibiales y luego se divide en dos partes: el nervio tibial y el nervio fibular profundo o peroneo. El nervio tibial continúa su curso hacia la pantorrilla e inerva los músculos de la pierna y el pie, así como también proporciona sensibilidad a la planta del pie y la mayor parte de los dedos. Por otro lado, el nervio fibular profundo o peroneo se distribuye en los músculos anterolaterales de la pierna y el dorsal del pie, brindando inervación motora y sensibilidad a la región lateral del pie y los dedos laterales.
El nervio ciático es responsable de la inervación sensorial y motora de partes importantes de la extremidad inferior, como la pierna, la pantorrilla, el tobillo, el empeine y la mayor parte del pie. La irritación o compresión de este nervio puede causar dolor, entumecimiento, debilidad muscular e incluso pérdida de reflejos en las áreas inervadas, lo que se conoce como ciatalgia o neuralgia ciática.
Los Movimientos Oculares, también conocidos como MO, son movimientos involuntarios y voluntarios de los ojos que nos permiten enfocar, seguir y explorar visualmente estímulos en nuestro campo visual. Estos movimientos pueden ser categorizados en dos tipos básicos: Movimientos Sacádicos y Movimientos Lissajous.
Los Movimientos Sacádicos son rápidos, balísticos y se producen en direcciones variables para centrar la fijación de la mirada en un objetivo específico. Por lo general, duran alrededor de 20 a 100 milisegundos y pueden alcanzar velocidades de hasta 900 grados por segundo.
Por otro lado, los Movimientos Lissajous, también llamados Movimientos Suaves o Drift, son lentos y continuos, y ocurren cuando el ojo se desplaza sin un objetivo específico. Estos movimientos ayudan a mantener la imagen enfocada en la fóvea, la parte central de la retina responsable de la visión más aguda.
Los trastornos en los movimientos oculares pueden estar asociados con diversas condiciones neurológicas y oftalmológicas, como la enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, lesiones cerebrales traumáticas o parálisis oculomotora. La evaluación de los movimientos oculares puede ser útil en el diagnóstico y monitoreo de estas afecciones.
Los nervios periféricos son parte del sistema nervioso periférico y se encargan de conectar el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) con el resto del cuerpo. Se componen de fibras nerviosas, vainas de mielina y tejido conectivo que transmiten señales eléctricas entre el sistema nervioso central y los órganos sensoriales, las glándulas y los músculos esqueléticos. Los nervios periféricos se clasifican en nervios sensitivos (que transportan información sensorial al sistema nervioso central), nervios motores (que transmiten señales para controlar el movimiento muscular) y nervios autónomos (que regulan las funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca, la digestión y la respiración). Los daños o trastornos en los nervios periféricos pueden causar diversos síntomas, como entumecimiento, hormigueo, dolor, debilidad muscular o pérdida de reflejos.
El nervio óptico es la segunda neurona (un tipo de célula nerviosa) en la vía visual y se encarga de transmitir los estímulos visuales desde los fotorreceptores presentes en la retina hasta el cerebro. Es responsable de transferir la información visual captada por nuestros ojos al centro de procesamiento visual del cerebro, conocido como corteza cerebral primaria o corteza visual primaria.
El nervio óptico está formado por aproximadamente un millón de fibras nerviosas (axones de las neuronas ganglionares de la retina) agrupadas en haces, rodeadas por tejido conectivo y revestidas por una capa de mielina que permite un rápido y eficiente transporte de señales eléctricas. Este nervio se origina en la parte posterior de cada ojo, en un área conocida como papila o disco óptico, donde no hay fotorreceptores (conos y bastones), por lo que produce un punto ciego en nuestro campo visual.
Después de salir del globo ocular, el nervio óptico se dirige hacia atrás para formar parte del sistema nervioso central. En humanos, los dos nervios ópticos se cruzan parcialmente en una región del cerebro llamada quiasma óptico, lo que permite a cada hemisferio cerebral procesar información visual de ambos lados del campo visual. Luego, las fibras nerviosas continúan hacia el tracto óptico y se dirigen a la parte posterior del tálamo (núcleo geniculado lateral), donde ocurre una segunda sinapsis antes de que los estímulos visuales se transmitan a la corteza cerebral primaria.
La integridad anatómica y funcional del nervio óptico es fundamental para mantener una visión normal, ya que cualquier daño o enfermedad que afecte este nervio puede provocar diversos déficits visuales, como pérdida de agudeza visual, alteraciones en el campo visual y deficiencias en la percepción del color. Algunas de las condiciones que pueden dañar el nervio óptico incluyen glaucoma, neuropatía óptica isquémica anterior (NOIA), esclerosis múltiple, neuritis óptica y traumatismos craneales.
Las fibras nerviosas, en términos médicos, se refieren a las prolongaciones citoplasmáticas de los neuronios (células nerviosas) que transmiten señales químicas o eléctricas. Estas fibrras son conductos para el impulso nervioso, también conocido como potencial de acción.
Hay dos tipos principales de fibras nerviosas: mielínicas y amielínicas. Las fibras nerviosas mielínicas están recubiertas por una capa aislante llamada mielina, formada por glía (células de soporte de los tejidos nerviosos). Este revestimiento permite que la señal eléctrica salte de gap a gap (un proceso conocido como conducción saltatoria), lo que hace que estas fibras sean más rápidas en la transmisión del impulso nervioso.
Por otro lado, las fibras nerviosas amielínicas no poseen este recubrimiento de mielina, por lo que su velocidad de conducción es mucho más lenta. Aunque sean más lentas, todavía desempeñan funciones vitales en nuestro sistema nervioso, especialmente en lo que respecta a los sentidos discriminativos, como la percepción del tacto fino y la propiocepción (conciencia de la posición y el movimiento del cuerpo).
Los daños o trastornos en las fibras nerviosas pueden dar lugar a diversas condiciones médicas, desde entumecimientos y hormigueos hasta parálisis completa. Esto puede ser resultado de diversos factores, como lesiones traumáticas, enfermedades degenerativas o trastornos metabólicos.
La regeneración nerviosa es un proceso biológico en el que los axones dañados o seccionados de un nervio pueden volver a crecer y restablecer la conectividad con las células diana. Después de una lesión nerviosa, los procesos citoplasmáticos dentro del axón, llamados neuroblastos, comienzan a multiplicarse y formar nuevos extremos en crecimiento. Estos nuevos brotes axonales crecen hacia adelante, reinnervando gradualmente las células musculares o sensoriales previamente inervadas por el nervio dañado.
La velocidad y la eficacia de esta regeneración pueden variar dependiendo del tipo de nervio afectado, la gravedad de la lesión y varios factores ambientales y moleculares que influyen en el proceso de crecimiento axonal. La regeneración nerviosa completa puede resultar en la restauración funcional parcial o total después de una lesión nerviosa, aunque en algunos casos persisten déficits neurológicos significativos.
Es importante destacar que no todos los tipos de células nerviosas tienen la capacidad de regenerarse por sí mismas. Por ejemplo, las neuronas del sistema nervioso central (SNC), como las del cerebro y la médula espinal, generalmente tienen una capacidad limitada para regenerar sus axones después de una lesión. Este hecho contrasta con las neuronas del sistema nervioso periférico (SNP), que poseen una mayor capacidad intrínseca para regenerarse.
Los potenciales de acción, también conocidos como impulsos nerviosos o potenciales de acción neuronal, son ondas de cambio rápido en la polaridad eléctrica de una membrana celular que viajan a lo largo de las células excitables, como las neuronas y los miocitos (células musculares).
Un potencial de acción se desencadena cuando la estimulación supratréshal produce un cambio en la permeabilidad de la membrana celular a los iones sodio (Na+), lo que resulta en un flujo rápido y grande de Na+ hacia el interior de la célula. Este flujo de iones provoca una despolarización de la membrana, es decir, un cambio en la diferencia de potencial eléctrico a través de la membrana, haciendo que el lado interno de la membrana se vuelva positivo con respecto al exterior.
Después de alcanzar un umbral específico, este proceso desencadena una serie de eventos iónicos adicionales, incluyendo la apertura de canales de potasio (K+) y el flujo de iones K+ hacia el exterior de la célula. Este flujo de iones K+ restablece el potencial de membrana a su valor original, proceso conocido como repolarización.
Los potenciales de acción desempeñan un papel fundamental en la comunicación entre células y son esenciales para la transmisión de señales nerviosas y la coordinación de la actividad muscular y cardíaca.
No existe una definición médica específica para "Enciclopedias como Asunto" ya que esta frase parece ser una expresión coloquial o un título en lugar de un término médico. Sin embargo, si nos referimos al término "enciclopedia" desde un punto de vista educativo o del conocimiento, podríamos decir que se trata de una obra de consulta que contiene información sistemática sobre diversas áreas del conocimiento, organizadas alfabética o temáticamente.
Si "Enciclopedias como Asunto" se refiere a un asunto médico en particular, podría interpretarse como el estudio o la investigación de diferentes aspectos relacionados con las enciclopedias médicas, como su historia, desarrollo, contenido, estructura, impacto en la práctica clínica y la educación médica, entre otros.
Sin un contexto más específico, es difícil proporcionar una definición médica precisa de "Enciclopedias como Asunto".
Las enfermedades del nervio vestibulococlear, también conocidas como enfermedades del VIII par craneal o neuronitis vestibular, se refieren a un grupo de trastornos que afectan al nervio vestibulococlear (nervio auditivo y vestibular), que transmite información sobre el equilibrio y la audición desde el oído interno al cerebro.
Estas enfermedades pueden manifestarse de diversas formas, dependiendo del tipo y la gravedad de la afección. Algunos síntomas comunes incluyen:
1. Pérdida de audición: Esta puede ser parcial o completa y puede ocurrir repentinamente o gradualmente. La pérdida de audición unilateral (en un solo oído) es un signo clásico de la neuronitis vestibular.
2. Zumbidos en los oídos: También conocido como tinnitus, este síntoma se describe como un sonido persistente en el oído que puede ser agudo, sordo, pulsátil o continuo.
3. Vértigo: Sensación de mareo o desequilibrio que puede ser leve o severa y puede estar acompañada de náuseas y vómitos.
4. Inestabilidad: Dificultad para mantener el equilibrio, especialmente al caminar o pararse.
5. Nistagmo: Movimientos involuntarios e incontrolables de los ojos que pueden ser horizontales, verticales o rotatorios.
6. Aturdimiento: Sensación de mareo o desmayo, especialmente cuando se cambia rápidamente la posición del cuerpo.
Las causas más comunes de las enfermedades del nervio vestibulococlear incluyen infecciones virales o bacterianas, lesiones traumáticas, tumores benignos o malignos, enfermedades autoinmunes y trastornos degenerativos. El tratamiento depende de la causa subyacente y puede incluir medicamentos, terapia física, cirugía o cambios en el estilo de vida.
El conducto auditivo externo es la parte del sistema auditivo que se extiende desde el oído externo hasta el tímpano. Es un canal tubular óseo y cartilaginoso que protege y conduce las ondas sonoras hacia el interior del oído. Tiene aproximadamente 2,5 centímetros de largo y su diámetro varía desde unos pocos milímetros en la abertura externa hasta alcanzar los 5 a 10 milímetros en su parte más interna.
Está revestido por piel delgada y pilosa, conteniendo glándulas sebáceas y ceruminosas que secretan cera (cerumen) con el fin de lubricar, limpiar e impedir la entrada de polvo, suciedad u otros cuerpos extraños dañinos. La cera viaja hacia afuera y es expulsada naturalmente, aunque en ocasiones puede acumularse y requerir su extracción para prevenir posibles problemas auditivos.
El conducto auditivo externo presenta una curva en forma de "S" que permite disminuir la velocidad de las ondas sonoras, facilitando así su correcta percepción por parte del oído interno. Además, posee músculos que pueden contraerse para proteger el tímpano y reducir el ruido excesivo en situaciones de alto volumen.